Me giré desinteresadamente y pregunté: —¿A quién?
—¡Date la vuelta y mira! —me dio unos golpecitos emocionada.
Me volteé y para mi sorpresa, ¡vi a Lucas!
Entró a la cafetería junto con las autoridades universitarias, atrayendo todas las miradas.
Los estudiantes saludaban respetuosamente a las autoridades, quienes correspondían levantando la mano.
En ese momento, Lucas me vio y sonrió notablemente, disponiéndose a venir hacia mí.
Me asusté y rápidamente le hice señas para que no se acercara.
Él entendió y su sonrisa se volvió algo resignada. Justo entonces un vicerrector le habló, señalando hacia el segundo piso, así que después de mirarme una vez más, se dirigió a las escaleras.
Por fin pude respirar tranquila.
La cafetería número cinco era una de las más exclusivas de la Universidad de Altamira, con salas privadas en el segundo piso para recepciones oficiales.
Era evidente que Lucas era un distinguido exalumno invitado por las autoridades.
Yo, siendo tan insignificante, era mejor mant