Capítulo 20.

Su abuela Catalina, no había querido seguir discutiendo con su nieto. Ella creía fielmente en las imagines que Mariel le había se había encargado de enviarle, asi que prefirió responderle a Sebastian enviándole a su teléfono la foto que tanto había mirado ella y su esposo Don Santiago Novak.

Cuando Sebastian recibió la imagen que su abuela le envió se atragantó de horror.

Era él.

En la playa.

De espaldas, y en sus brazos... estaba una Melisa coqueta en bikini, con su cabello de color de la nuez volando libre con el viento, riendo con esa risa cristalina que lo había perseguido en sueños.

Sebastian no lo podía creer, pensó durante todo ese tiempo en la única tarde que se habían escaparon a pasear por la orilla del mar, que se iba a imaginar que las cosas terminaran como lo hicieron, o peor aún que alguien le haya tomado una fotografía asi… Melisa aferrada a su cuello como si no existiera nada más en el mundo que ellos dos.

Luego de haber caminado por una hora sin saber que hacer, vuelve a observar la foto que, aunque se encuentra de espaldas, recuerda que no podía dejar de sonreír… pensaba en Melisa y en la conversación que tuvieron la tarde anterior, sus palabras dolidas al decirle que entendía lo que él quería… y que lo que había pasado en la isla debía quedarse ahí.

-- Que idiota he sido – susurra para sí, suspirando, intentando pensar con claridad.

De pronto un nuevo mensaje de su abuela llegó.

-- Si no fuera por Mariel nunca nos habríamos enterado de que tenías una novia tan hermosa… nieto ingrato –

Sebastian apretó los puños con fuerza, ahora sabia quien les había enviado aquella imagen.

-- Maldita seas Mariel – susurró.

Había subestimado las locuras de su ex, ahora incluso piensa que ese problema en el sistema de la agencia de viajes pudo ser ocasionado por ella.

Porque Mariel era bipolar… eso pensaba él. Su humor era tan cambiante siempre, que había llegado a sospecharlo.

Por su parte Mariel había pensado que, enviándoles esa foto, los abuelos de Sebastian que le tenían estima correrían a presionarlo para que volviera con ella, y asi dejara a aquella chica fácil que estaba semi desnuda junto a él. Pero lo que no calculó fue que doña Cata y don Santiago, apenas vieron a Melisa, se enamoraron perdidamente de su "nueva nieta política".

¡Y ahora querían conocerla, esa misma noche!

Sebastian revisa su reloj, le quedaba menos de ocho horas para convencer a Melisa de que fingiera ser su novia. Era eso o perder la poca cordura que le quedaba. Conocía a sus abuelos, y sabía que nada ni nadie les quitaría de la cabeza, conocer a aquella mujer.

Minutos después, Sebastian cruzo el enorme pasillo. Sus pazos eran largos y decididos. Los empleados se apartaban de su camino como si olieran el peligro inminente.

Al llegar al pequeño cubículo donde Melisa trabajaba junto a las otras dos compañeras, se detuvo un segundo, y respirando hondo, se dio valor.

Melisa estaba sentado frente a su computadora, podía verlo de reojo, podía oler su perfume amaderado que la había vuelto loca en el viaje a la isla, con la cabeza ladeada, mordiendo suavemente la punta de su lápiz.

Una visión inocente y mortal al mismo tiempo, una que consiguió mover su manzana de Adam.

Desde aquella noche en la isla, no había podido dejar de admirarla... ni de maldecirse por ello. Melisa levantó la vista cuando lo sintió acercarse, sus compañeras dejaron de respirar imaginando que era una de ellas la que acompañaría al jefe a su oficina.

-- ¿Se le ofrece algo, señor Novak? – le preguntó la mas antigua de las tres, él ni siquiera la escucho, su mirada estaba fija en Melisa, en ella y en su hermoso escote. Había dejado de lado su disfraz horroroso con el que había ido a trabajar los días siguientes de su accidentado encuentro.

-- Necesito hablar contigo señorita Hart. En privado – ella ladeó la cabeza, divertida. No podía negar que aquella actitud luego de haberla despreciado la tarde anterior le gustaba, pero no quería que las chicas hablaran de más.

-- ¿Se trata del informa o es algo relacionado al viaje, señor? – La alusión velada a su último encuentro lo hizo apretar la mandíbula. – Trabajo – respondió gruñendo.

Melisa suspiró y se puso de pie, alisándose la falda pegada que le abrazaba las caderas de una manera criminal.

Sebastián no apartó la vista.

-- Maldita sea – susurró ella, pero caminó detrás de él, no podía darse el lujo de faltarle el respeto, solo faltaban unos días para convertirse en secretaria oficial, eso si era la elegida por Sebastian.

Caminaron en silencio hasta su oficina y cuando la puerta se cerró detrás de ellos, Melisa cruzó los brazos y lo miró, desafiante.

-- Para que me necesita señor Novak – le dice ella, Sebastian se pasó una mano por el cabello, lleno de frustración.

-- No se trata de trabajo Melisa… es sobre mi abuelos – ella frunce el ceño al oírlo. Sabia muy bien que Sebastian fue criado por sus abuelos, lo sabían todos en la oficina, e incluso sabían que el presidente Novak adoraba y daría lo que fuera por ellos.

-- ¿No lo comprendo señor? – Sebastian aspiro una buena cantidad de aire, la necesitaba para darse valor.

-- Mis abuelos piensan que tú y yo estamos saliendo – le dijo de golpe. Melisa parpadeo, ella ni siquiera conocía a los señores, ¿Cómo podría ser eso posible? Se preguntaba, imaginando que quizás era una trata de él para que no se alejen.

-- ¿Qué quiere decir? –

-- Alguien… – rugió él, refrenando el impulso de romper algo o de decirle que ese alguien había sido Mariel,

-- una persona les envió una fotografía nuestra en la isla –

Melisa se enrojeció hasta las orejas.

-- ¿Una foto... de nosotros? ¿de que clase de foto estamos hablando? – preguntó con miedo,

-- En la playa. Juntos. Muy juntos –

Melisa abrió la boca para discutir, pero luego de un momento la volvió a cerrar, no valía la pena tanta negatividad.

-- ¿Y ahora que debó hacer? – Sebastián se acercó un paso más a ella, su rostro estaba tenso.

-- Y ahora quieren conocerte… Esta noche –

-- ¿Está noche! –

Melisa soltó una risa nerviosa, luego recordó lo que paso en el viaje de regreso.

-- ¿Está bien, no tendrías por qué temer jefe? ¡Puedes llevar a tu novia real! –

Él la fulminó con la mirada.

-- No tengo otra novia, Melisa – el silencio cayó como una bomba, sobre todo cuando menciona que no tiene “otra” novia…

¿Qué esta pasando acá? ¿Es acaso que ahora considera que yo soy su novia, o es qué solo me necesita para librarse de esos ancianos? Las preguntas se comenzaban a amontonar en la cabeza de Melisa.

Esto no puede ser, no después de lo que vi en el avión, entonces… Ella parpadeó de nuevo, procesando, entendiendo lo que su jefe le estaba pidiendo.

-- ¿Me estás pidiendo que... finja ser tu novia? – le preguntó completamente, horrorizada.

-- ¡Bingo! – le respondió él. Melisa soltó una carcajada incrédula.

-- Te volviste loco Sebastian. ¡Después de cómo me trataste al volver de la isla! Después de haberme dejado sola en ese aeropuerto, con todo mi equipaje… ¿Ahora pretendes que me haga pasar por tu noviecita y que me siente a la mesa con tus abuelos… eso nunca? – él se frotó el puente de la nariz, exasperado

-- Mira Melisa, sé que no me lo merezco. Fui un idiota y me comporté peor… Pero si no me ayudas... puedo hacer lo que quieras – le dijo y Melisa lo miró como si se hubiera vuelto loco, no pensaba necesitar a su jefe para nada… aunque podría influenciar en él para que termine contratándola fijamente, eso seria muy beneficioso para ella.

-- Mis abuelos son de temer Meli, sino te presentas conmigo y aclaramos las cosas, ellos son capaces de organizar nuestra boda para mañana – Melisa estaba asombrada, no pensaba que en el mundo todavía quedaran idiotas caradura, y locos de remate,

-- ¿Boda? –

-- Asi es Melisa… ¡Boda! – le repitió él, desesperado.

-- Si entiendo bien… ¿pretendes que sonría y actúe como si no quisiera estrangularte?... difícil, muy difícil –

Melisa tuvo que morder su labio para no sonreír. Ver a Sebastián Novak, el imperturbable, el invencible, temblando de miedo ante dos ancianos, era un espectáculo digno de película.

-- Por favor – gruñó él, tragándose su orgullo. -- Solo esta noche. Solo una cena. Luego inventaremos una ruptura trágica. Diré que te fuiste con un actor francés. Lo que sea –

Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App