A medida que Aryeh continuaba con el masaje, Aisha sintió el alivio gradualmente. La habitación se llenó de una atmósfera de cuidado y apoyo mutuo.
— Eres increíble, Aryeh. Gracias por estar aquí.
— Siempre estaré aquí para ti, Aisha — él sonrió soñolientamente — descansa ahora.
Aryeh continuó con el masaje, y poco a poco, el dolor de Aisha se desvaneció. Él una vez que miró a esta mujer dormida fue que se levantó para irse a su cuarto.
“Creo que debería llamar a Aisha para ver cómo se encuentra — él miró su celular pero no tenía un solo mensaje — mejor no, iré a trabajar y le daré el espacio que tanto necesitamos.”
La oficina de Alejandro estaba llena de actividad frenética. Los papeles se amontonaban sobre su escritorio y el sonido constante de llamadas telefónicas llenaba el aire. Él estaba inmerso en su trabajo, completamente absorbido por las demandas del día.
— Joven amo Montecristo — su asistente entró a la oficina algo preocupado — disculpe la interrupción, pero he notado que