Alejandro se levantó ante el tono insistente de la puerta, él abrió y miró a su secretario privado mientras sus ojos apenas se acostumbraban a la luz. Él frotó su rostro y respiró profundo.
— ¿Qué sucede? Por Dios qué escándalo si es tan temprano, espero que sea urgente.
— Si lo es, mire lo que encontré — él extendió el reloj y Alejandro lo miró con sorpresa.
— ¿Dónde lo has encontrado? — él lo tomó y lo examinó ¿Acaso te lo ha dado Mel Ortega?
— No, el reloj se encontraba con la señorita Martínez, ella lo ha botado por accidente de su bolso y lo he recogido.
— ¿En dónde se encuentra? Quiero hablar con ella de inmediato.
— Ese es el problema, señor — él miró como su jefe abrió sus ojos como plato — la señorita Martínez al parecer se ha ido de la villa, la miré salir con unas maletas y aunque intenté detenerla me fue inútil.
— ¡Quiero que la busques hasta en el mismísimo infierno de ser necesario! Necesito saber si ella se encuentra embarazada y de ser así me caso en este preciso