Esa vez, rechazaría el vínculo con mi esposo. Me alejaría del Alfa al que una vez amé con tanta pasión que hasta hizo que me revelara contra mi propia familia. Borraría cada rastro de mi pasado y me casaría por conveniencia política con un Alfa más poderoso al que ni siquiera había visto nunca.
“Vuelo confirmado. Salida el 14 de febrero a las 11:55 pm.”
Mirando la información del vuelo en mi teléfono, tomé un rotulador y circundé la fecha en el calendario de la pared.
La tinta se difundió, formando un punto rojo oscuro que marcaba el final de ese desastroso error.
Quince días para partir.
De repente, recordé algo que el Beta Marcus había mencionado una vez al azar:
—El Alfa dice que tu forma de loba le recuerda a Scarlett, especialmente tus ojos.
En aquel entonces, pensé que era una suerte parecerme a la mujer que él nunca había podido olvidar y pensé que sería suficiente para mantenerlo a mi lado.
Recordando las cosas del pasado, me di cuenta de que para él, yo nunca fui yo misma.
Qué tontería.
Un dolor agudo me agarró el pecho y cada palabra era como una bala atravesando mi corazón.
Tomé una poción de color violeta profundo del refrigerador.
La voz de Sage, la bruja de la manada, resonó en mi memoria: ―Esto aliviará el dolor del rompimiento del vínculo con el compañero, pero es un arreglo temporal, no una cura. El verdadero alivio solo lo sentirás cuando rompas el vínculo por completo.
Me bebí la poción de un trago.
El líquido amargo se deslizó por mi garganta y el dolor desgarrador en mi pecho disminuyó un poco. Pero sabía que solo sería por un momento.
Era hora de empezar a empacar.
Cada vestido en el armario, cada perfume en el tocador, cada portafolio de diseños en la estantería... todo lo que era mío tenía que irse.
No dejaría ningún rastro atrás.
Mientras estaba empacando, sonó mi teléfono.
Una notificación de Instagram apareció: “Scarlett_Moon tiene una nueva publicación.”
Hice clic y vi una foto de Scarlett mostrando un nuevo tatuaje en su brazo.
Era un intrincado emblema de lobo, rodeado de una luna y salpicado de estrellas.
Se me heló la sangre.
Ese emblema era idéntico a la marca única que tenía Rocco en el pecho y que representaba nuestro eterno vínculo de compañeros.
Solo los verdaderos compañeros recibían tal marca, un símbolo de almas fusionadas, una promesa de por vida.
Pero en aquel momento, ella se lo había tatuado en su propia piel y Rocco lo había permitido.
Dejé el teléfono y llamé al tatuador de la manada.
—Luna Caterina. Es muy tarde. ¿Está todo bien? —Samuel, el tatuador, sonaba exhausto.
—Samuel, necesito reservar una cita para quitarme un tatuaje.
—¿Quitarte un tatuaje? ¿Qué tatuaje te vas a quitar?
Eché un vistazo al espejo y vi el emblema de lobo en la espalda del hombro izquierdo, la sagrada marca que había aparecido en mi piel cuando se formó nuestro vínculo de compañeros hace seis años.
—Mi marca del compañero. Necesito quitármela.
Hubo un silencio en el otro extremo de la línea durante unos segundos.
—Caterina, ¿estás segura? Quitarte la marca del compañero significa...
—Lo sé —dije, con voz tan calmada que ni siquiera parecía la mía—. Simplemente haz lo que te pido.
—Lo antes posible.
Después de colgar, volví a empacar. Libros, joyas, productos de cuidado de la piel y todas las piezas decorativas que había elegido tan cuidadosamente para esa guarida.
Cada artículo era un recordatorio de lo desesperada que había estado para construir un hogar con él.
En aquel momento, todo estaba metido en cajas, como si nunca hubiera existido.
Miré a mi alrededor a la guarida que alguna vez había estado tan llena de amor.
Nuestras fotos todavía estaban colgadas en la pared, y la vela de flor lunar que yo misma había hecho todavía estaba sobre la mesa.
Todo estaba en su lugar, pero el corazón de su dueña ya había muerto.
Saqué mi teléfono, pensando en enviarle un mensaje a Rocco.
Pero el historial de chat mostraba que su último acceso había sido hacía siete días.
Siete días.
Rocco no había vuelto a casa en una semana.