Los recuerdos irrumpieron en la mente de Rocco como una marea.
Vio las imágenes de sí mismo consolándome mientras su mente estaba íntimamente entrelazada con la de Scarlett.
Vio las innumerables noches en las que me había abrazado, mientras su mente estaba con ella, susurrando lo mucho que la extrañaba.
—No... no fue así... —El rostro de Rocco estaba pálido como la muerte, y se agarró la cabeza con las manos—. Caterina, esto no significa nada...
—¿No significa nada? —sonreí burlonamente—. Estos son tus propios recuerdos, Rocco. Cosas que realmente hiciste.
—Devuélveme la piedra lunar —dije, extendiendo la mano—. Era de mi abuela.
—Caterina... —Su voz se atragantó entre sollozos—. Por favor, dame otra oportunidad. Puedo cambiar, lo juro.
—Te di seis años de oportunidades —dije, con voz calmada—. Y todas las veces la elegiste a ella.
—Pero Caterina, tuvimos tantos buenos recuerdos...
—¿Buenos recuerdos? —Lo interrumpí—. ¿Te refieres a los recuerdos en los que fingías que yo era ella?
Roc