Me di cuenta enseguida del rostro sombrío de Natalia y sus puños apretados, mostrando claramente sus celos.
Inquieta, la llamé de manera instintiva. —Doctora Estrada.
Natalia apartó de inmediato la mirada de Paula y Pedro, y me respondió con frialdad y formalmente antes de que preguntara: —La paciente será trasladada a observación en media hora.
Enseguida se marchó, y era evidente su resentimiento y enojo.
Le di un toque a Sergio y susurré: —Está celosa.
Sergio, ya más relajado tras el éxito total de la operación, apretó vigorosa mi mano. —Sí, el profesor Ruiz hizo bien.
¿Eh?
Miré sorprendida a Pedro, que aún seguía abrazando a Paula, y luego a Sergio.
Él no se sorprendió.
Entonces entendí que Pedro no solo abrazaba a Paula por cariño frente a todos, sino también para enviar un mensaje a quien tuviera falsas esperanzas, y para tranquilizar un poco a Paula con acciones.
No lo habría notado si Sergio no lo mencionaba; los hombres realmente se entienden entre ellos.
—Señor Araya, durante