39. La próxima aventura
No hace falta ir en busca de los malos momentos, ellos siempre llegan por sí solos, tal como Dimitri Paussini, quien aparece en mi vida cada vez que intento salir de casa. Y no... no quiero tenerlo cerca. Odio la oscuridad que emana de él, los recuerdos de Brentford aún están frescos en mi mente. El rostro destrozado de Ermac es la prueba viva de su crueldad, y por eso lo desprecio profundamente. S Sé que en este momento puede parecer otra cosa, pero si no me agarro de su brazo, voy a estrellarme contra el hielo, y no estoy dispuesta a pasar vergüenza.
—¿Sabes que puedo gritar por auxilio para que Alexis venga a rescatarme?
—No lo harás.
—¿Por qué tan seguro?
—P Porque en este preciso instante, las cabezas de Delancis y Alexis están en la mira de cuatro sicarios. Un movimiento en falso de tu parte y... ¡Bang! Les doy de baja.
«¡Oh, Jesucristo!».
Le creo completamente, y eso me aterra. Siento cómo mi corazón se desboca, descontrolado, y una ansiedad profunda se apodera de mí. Todo en mi