Había pasado un mes desde el desafortunado incidente. Pero había sido certero. Las insinuaciones se habían acabado. De cierta forma a Sam le daba lástima la pobre chica. Cada vez que la veía, la rehuía como si tuviera la peste. Estaba segura que todas las mujeres que habían pasado por la cama de su marido se quedaban medio enamoradas de él. El sex appeal que poseía Marcos las atraía como moscas a la miel.
—Señora Lockheart, su padre requiere su presencia en su despacho de forma inmediata —le confirmó Carol cuando Sam descolgó el teléfono.
—Gina voy a ver a papá —le dijo a su amiga cuando salió por la puerta de su oficina— ¿Estás bien? ¿Te noto pálida?
—No. No estoy bien. Este niño me tiene con unos ardores de estómago increíbles. Pero no te preocupes, se me pasará. Drew dice que es normal. Ya habló con un colega y me recetaron algo. Pero me temo que hasta que no avance el embarazo, no me encontraré mejor.
—No me has dicho que quieres ¿Chica o chico?
—He experimentado con ambos. Con T