El sábado amaneció con un sol radiante aunque Sam sintió agujetas y caminaba medio raro. La carcajada de Marcos hizo que su mujer le diera un puñetazo.
— ¿Qué te pasa, gatica? Te veo medio extraño.
—No te pongas en mala con la cocinera que cierro el grifo hasta nuevo aviso y no me verás ni en pintura.
-NA. Te encanta estar entre mis brazos —El almohadazo le dio en plena cara— .No me dejaste terminar, cariño. Y a mí disfrutar entre los tuyos.
— ¿Qué pretendes, Marcos? Estás muy zalamero. Y cuando las personas de alrededor tuyo quieren algo se comportan así. Desde ya te digo que no pienso volver a la cama. La noche ha sido buena pero no crea que pueda regresar ahí. Tener tantos orgasmos seguidos no puede ser aconsejable para nadie.
— ¡Buena! ¡Buena! Vamos, gatica. Hay adjetivos más bonitos para describir nuestro encuentro nocturno —Ante las cejas alzadas de Sam, Marcos sonrió. Había picado— .Ejemplo: espléndida, extraordinaria, inolvidable, venga que te dejé temblando para que digas