BALTHAZAR.
Cada vez que su cabecita inteligente tenía una idea yo tenía una erección. La hice pasar a mi oficina y enseguida los vidrios se oscurecieron, todos menos los vidrios de la ventana que da a la calle.
—¡Que hermosa vista! —llegó hasta el borde y apoyó sus manos del vidrio viendo la espectacular vista de toda Edimburgo.
—Hermosa en verdad —su culo quedó en pompas mientras ella se apoyaba y se pone de puntas y esa era mi hermosa vista favorita.
Caminé despacio, igual que un lobo cazando, palmee mi erección que se sentía gruesa y caliente solo de verla así en esa posición. Llegué hasta su ubicación en tres largas zancadas y apoye mi miembro en su espalda baja, ella jadeo sorprendida y luego se relajo en mis brazos.
—Hermosa vista —expuse mientras veía el valle de sus pechos— perfecta.
—Si así te vas a poner no vengo más a la oficina.
—Si así te vas a ver, te traigo todos los días.
—¿Cómo piensas trabajar así? —cuestionó echando su culo atrás para hacer énfasis mi erección
—No s