Salió de la mansión sin despedirse de nadie, se metió en su Lamborghini, y dos de sus escoltas iban detrás de él. Salió del terreno Ivanov y fue hasta la de su amigo.
Tal vez él no le dejaría verla, pero no se iba a rendir, por ella iba a cambiar. Dejaría las drogas si era necesario, Eli le enseñó que no todas las mujeres son iguales y ella era pura inocencia.
Cuando llegó, el portón se abrió y metió su auto, apagó el motor y fue hasta la puerta. Pero escuchó una risa muy conocida, él se dirigió hasta donde provenían las risas y a lo lejos la vio jugar con un perro. Dante sonrió y la miraba con alegría y amor, ella era puro amor. Caminó hasta ella, Eli al verle se sorprendió, pero sonrió. Se levantó del césped y caminó hasta él y sin pensarlo lo abrazó, algo que él ruso correspondió con anhelo.
—¿Cómo estás? — preguntó él. —Estás muy guapa.
—Gracias, estoy bien. — no le iba a decir que hace unas horas se desmayó, no quería preocuparle. — ¿Tú cómo estás?
—Bien, la casa se siente sola