Adolescencia

Pasó el tiempo y Dafne se había convertido en una hermosa joven de quince años, Camille, su hermana mayor ya se había prometido en matrimonio con un acaudalado dueño de una empresa mercantil del norte del país, el próximo mes seria la boda y todos en su casa estaban como locos con los preparativos. Dafne aprovecha las circunstancias para salir y pasar desapercibida. Empieza a frecuentar cafés literarios, el Ramis Clair era uno de los favoritos, ubicado en Valparaíso, que es la ciudad de al lado de Viña del Mar. Ella bordeaba la avenida marítima y llegaba en carruaje hasta aquellos cerros intrincados que la maravillaban. Para ella, alejarse de su casa era un respiro de libertad, salir de la vista de su madre y sus constantes recriminaciones, era un alivio para su espíritu, nunca entendió bien por qué su madre tenía tanta preferencia por su hermana mayor, mientras que a las pequeñas; Elisa y María Belén, las tenía completamente a cargo de la institutriz, no eran sus favoritas, pero tampoco las molestaba, de vez en cuando les entregaba una palabra cariñosa o una caricia en el pelo. Pero para ella eran solo retos y castigos “A mi madre le molesta todo de mí, lo que más admira la demás gente de mi persona, a ella parecía ofenderla, por el amor que le entregué, recibí de vuelta crueldad; hasta que un día me cansé de intentar complacerla” era una de las tantas cosas que ella escribía en su diario de infancia, pero ahora ya tenía otro cuaderno para escribir sus pensamientos y poemas.

Esos paseos entre avenidas y cerros fueron los primeros que hizo complemente sola, el cochero le advertía que ella era una señorita y que debía tener cuidado con la gente que andaba a esa hora por las calles.

_Una señorita no debería andar por estos “laos” y cuando ya está oscuro. _ él aconsejaba en tono paternal, pero era muy distinto a su padre, él era un campesino desdentado, que llegó hace más de 15 años a trabajar para su familia, y generalmente conducía a sus padres a distintos lugares de la ciudad, también trasladaba en secreto a Dafne, pero ella sabía cómo pedirle las cosas, solo lo miraba a los ojos y le decía su nombre.

_Me está esperando un amigo, aquí mismo_ decía ella apuntando al local que estaba a sus espaldas. _ no se preocupe don Juan, yo estaré bien, mejor vaya antes de que se den cuenta que no están los caballos. _ le pedía, pero al mismo tiempo le daba una orden.

_Bueno, Cuídese mucho mija ¡arre!_ el hombre hizo partir a los caballos con un golpe de riendas.

Dafne caminaba cinco cuadras hasta llegar al café donde vería a sus amigos poetas, por la calle se cruzó con distintas personas: mujeres maquilladas y con vestidos de fiesta, “rotos” saliendo de sus faenas, niños que rondaban los bares para pedir comida, ella los miraba a todos por igual sin juzgar, mientras que a ella todas se volteaban a mirarla, se nota en su rostro y vestimenta, que es de una clase distinta, pero más que eso, Dafne poseía cierto aire etéreo, como de hermosa visión pasajera. Llegó al café acordado, y al primero que vio fue a Jorge, un escritor que hace muy poco había publicado su primera y polémica novela “el inútil de la familia” donde detallaba de forma autobiográfica, su vida y los excesos de la clase alta chilena; pero también hacia una detallada crónica de los vicios de la clase a la que él pertenecía, mostrando de manera muy bien escrita; el racismo, clasismo y arribismo que se vive en la oligarquía chilena. Ambos, Dafne y Jorge conocen muy bien lo que implica ser un “hijo de buena familia” y ambos se revelaban frente a los parámetros y estándares que se les exigía.

Sentado en una mesa al fondo del café, con un habano en la boca y la mirada fija en una especie de revista, estaba su amigo Jorge, que al ver a Dafne entrar, dejó lo que estaba haciendo y se puso de pie para saludarla.

_Dafne, querida, ¿Cómo has estado?

_Estoy bien, aunque un poco cansada de la vida familiar, ya sabes, con lo de mi hermana, mi casa se ha vuelto un poco caótica, más de lo que era_ sonrió y Jorge sonríe con ella, es difícil resistir a esa dulce sonrisa_ pero bueno, al menos Camille se irá pronto, espero que sea feliz. Pero tú_ entornó la mirada_ sí que has puesto todos patas arriba con tu libro. Yo lo leí y me divertí mucho, con lo que cuentas, no me parece tan escandaloso, aunque todos los más viejos de las familias de los Edwards, los Montt, Balmaceda, Subercaseaux, están indignados, y eso debería gustarte ¿sabes por qué?

_No, dime, ¿por qué?

_Porque eso significa que es bueno_ Ambos rieron levemente_ Jorge suspira y pide dos cafés_ ¿quieres algo más?

_No muchas gracias, estoy bien_ luego Jorge continuó_ Si, es muy posible que tengas razón en tu análisis chiquilla, pero la parte de la vida cotidiana y verse de un momento a otro convertido en un paria de tu propia familia y amigos no es la parte más divertida; yo quiero relacionarme con toda la gente, no solo con los de siempre, tú me entiendes, pero resulta que entre los míos soy un traidor y para el resto, soy pije que se cree roto. Entonces querida, no estoy encajando en ninguna parte aquí. _ Dafne lo escuchaba con toda su atención, mirándolo con lástima, pero también con admiración, y es que, a pesar de todo, Jorge sí había publicado un libro y eso para ella era más que suficiente para estar contento.

_ ¿No has pensado en irte de Chile un tiempo? _ Justo en ese instante entraban dos amigos más, pero estos son poetas de la misma edad que Dafne, mientras que Jorge, era seis años mayor.  Todos se saludan muy cariñosos, sobre todo con Dafne, que se roba todas las miradas de los que a esa hora estaban en el café. Dafne sacó un cuaderno de su pequeña cartera, y les pidió su opinión para unos versos.

_Me gustaría poder leerlos yo misma _por favor_ dijo uno de los recién llegados_ nosotros también estamos deseosos de escucharte. _ ella le brinda una leve sonrisa y comienza a leer:

“Los sombreros me causan la sensación de cabezas cortadas y momificadas, y aquéllos de los cuales cuelgan bridas de colores, se me antojan cabezas arrancadas por mano brutal, donde ha quedado adherida una vena sanguinolenta.

Nunca puedo ver un par de guantes sin imaginar que son piel de manos disecadas y, en aquellos de color amarillo, encuentro algo repugnante de lo que empieza a podrirse.

Detesto las prendas de vestir olvidadas sobre la cama; hay entre ellas y los muertos mucha analogía. Vi una vez, en un asilo, a una loca muerta; y era lo mismo que ver un trapo violáceo tirado dentro del ataúd.”

_A mí me han encantado, _ dice Jorge_, tienen espíritu muy libre de juicios, creo que es hasta rupturista,

_Si a mí también, me han gustado mucho, y con los guantes me pasa lo mismo. _ Los cuatro sonríen. Pero de verdad, deberías publicar

Los dos poetas también leyeron sus versos, y aconsejaron a Jorge para que se aleje de un rato de Chile, para no seguir en el ojo del huracán, aunque claro, a todos les apenaba muchísimo dejar de verlo. Escucharon música en una vitrola del café y Jorge sacó una petaca de whisky a la que Dafne le dio solo un sorbo, era su primera vez tomando algo tan fuerte y siente que un calor rasposo baja por su garganta, y pasa, hasta desaparecer en su pecho. Todos querían bailar y conversar con ella; Dafne respondía amable las peticiones, hablaba con quienes más le agradaban y bailaba con otros también, en una mesa cercana le ofrecieron vino y ella aceptó encantada, Jorge, que es como su hermano mayor se encarga de llevarla a casa en su coche, pero ella  no estaba borracha, si no perfectamente consciente de que lo más probable es que en su casa ya a descubrieron, y por eso decide quedarse hasta el final de la tertulia, si de todos modos la reprenderían igual, que sea con razón; Así se lo explicó a su amigo, y éste pese a estar preocupado por ella, le halló todo el sentido del mundo.

_ ¿Estas son horas para que una señorita de buena familia llegue a su casa? _La ama de llaves le abrió la puerta diciéndole muy seria.

_ ¿Están mis papás Rosita?

_No, los señores salieron a una reunión que tenían con los papás del novio, mañana les toca recibirlos a ustedes, así que ni se le ocurra andar saliendo.

_Promesa Rosita_ Dafne se acercó a ella mirándola con una sonrisa, le tocó el brazo y le dijoe:

_ ¿Me va a guardar el secreto Rosita? _ La ama de llaves suspira_ bueno, pero es la última doña Dafne, no se me vaya a arrancar de nuevo, mire que yo ya hablé con mi viejo, le hice “rejurarme” que no la volvería a apoyar en esa locura de andarla dejando sola por cualquier lado.

Dafne la miró con ternura, sabía que a su Juan siempre lo convencía, también a Rosita, solo que ésta última, le gustaba parecer más dura, sobre todo porque ya había tenido problemas con la patrona por su causa.

_Nunca más Rosita, promesa.

Ella se alejó subiendo las escaleras con su hermosa figura, que ya era la de una mujer.

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