—Ay Diosito, no me atrevo a tocar la puerta —traga grueso y su respiración se torna agitada—. Rayos… no me puedo alterar, Kiara, debes cuidarte, no tienes por qué sentir nervios, solo le traes la cena porque eres caritativa —habla mentalmente—. Tú puedes, solo toca la jodida puerta… —frunce el ceño—. ¿Por qué mentirme? No puedo… —se da la vuelta para irse—. ¡No, tú no eres una cobarde, Kiara Watson! —se vuelve a girar quedando frente a la puerta y le da dos toques fuertes.
—¡Que nadie me moleste! —vociferó Archie y Kiara vuelve a tragar grueso. Sabe que detrás de esa puerta la espera un infierno si entra, ¿pero por qué no correr el riesgo de quemarse? Muy atrevida abre la puerta, afortunadamente no tenía seguro y lo primero que ve es a Archie viviendo junto a la ventana y el olor del cigarrillo es intenso en el despacho.
—Mercedes, vete, no quiero nada.
—Soy Kiara —su respiración se vuelve a agitar y Archie achica un poco sus ojos.
—¿Qué haces aquí?
—Yo… solo vengo a traerte la cena —e