Cap 6. Jaula.

ZOREN

No puedo creer en lo miserable que se ha vuelto mi vida en un solo parpadeo.

Hace apenas unos días, tenía todo. Servía con orgullo al Alfa de Luna Serena.

Estaba terminado mis estudios en sistemas y cibernética.

A punto de comprometerme con Amalia...

Ya casi cumplo mis veinte y mi vida resuelta.

Y hoy... hoy estoy recibiendo latigazos.

Unos malditos latigazos...

¡Prac! (Latigazo). Grito.

No puedo contenerlo. El dolor es brutal, infernal. Siento cómo se abre mi piel, como si me arrancaran un pedazo de carne con cada golpe.

No hay compasión. Solo castigo.

¡PLA! Segundo golpe.

Me estremezco. Grito otra vez. Me arde todo el cuerpo, y mi orgullo más.

Tercer golpe.

Ya no sé si estoy consciente o al borde del desmayo. Tyler, mi lobo, gruñe, se revuelve, pero no puede sanar. No tiene la fuerza, ni el rango. Solo resiste. Solo aguanta.

Estoy perdiéndome. Mi vista se nubla. Y entonces...

- ¡Basta!

Esa voz.

"Ella".

Mi lobo reacciona. Se alza como puede, por ella. Por esa loba. No la conocemos, pero... la reconocemos.

No puedo moverme, apenas escuchar. Estoy en el suelo, ardiendo, temblando.

-¿Qué he dicho sobre los castigos con látigo? -ruge ella, como una tormenta. Su loba se asoma. Puedo sentirla vibrar en el aire.

El verdugo tiembla. Tartamudea. Balbucea algo sobre órdenes del beta Hall.

No escucho mucho más. El dolor me arrastra hacia la inconsciencia. Sólo entiendo que me llevan al calabozo. Frío. Húmedo. Repugnante.

No hay cama. Hay un pedazo de piedra. Hay un balde de agua sucia. Y este maldito dolor.

Y estoy yo, solo, sangrando, destrozado.

No sé cuánto tiempo pasa. Me duele todo. Respiro apenas. El tiempo se arrastra... hasta que la puerta vuelve a abrirse.

Ella entra.

Me incorporo como puedo. La rabia me da fuerzas.

-¿Qué haces aquí? -le espeto, con una furia que apenas enmascara mi vulnerabilidad.

-. ¿Vienes a cerciorarte de que me hayan encerrado en este maldito calabozo?

-Debiste obedecer, putito -responde, con una sonrisa cruel. Fría como el hielo.

Me pongo de pie. Me le enfrento.

- Voltea. - duce. La ignoro...

Pero su voz es un látigo aún más fuerte:

-¡Que te voltees, te digo!

Mi orgullo sangra más que mi espalda, pero lo hago. Me volteo.

La escucho acercarse. Rasga su piel. Siento las gotas de su sangre caer sobre mi herida.

Tyler reacciona de inmediato. Su fuerza me invade, me calma. Siento su esencia, su poder. "Eko". Su loba.

"Se llama Eko."

La conexión es instantánea. Íntima. Intensa.

Y aterradora.

Ella se va sin decir nada más. Me deja ahí, sano por fuera, hecho m****a por dentro. Yo no pedí esto. Yo no quería esto.

¿Qué carajo es esta vida ahora?

¿Y qué carajo es ella...? Mi dueña.

El día siguiente llega como una bofetada. No me dieron comida. No dormí.

El dolor es un fantasma que ya no está, desapareció, pero su recuerdo me arde.

Un guardia abre la puerta.

-Fuera. Al dormitorio. Ya.

No digo nada. Camino.

Cuando llego al dormitorio, lo primero que veo es a Devan. ¡Mi idiota hermano!.

Estaba carísbajo pero en cuanto me ve, su rostro se ilumina.

Me abraza como si no me hubiese visto en años.

-Zoren... estaba muy preocupado. Pensé que te habían lastimado mucho. ¡maldita sea! -me agarra del rostro, me revisa la espalda-. La Diosa Infernal me dijo que te había sanado. ¿Te duele? ¿Te lastimaron?

-¿La Diosa qué? -le pregunto, frunciendo el ceño.

-¡La diosa infernal! Nuestra compañera. Esa Alfa de ojos de hielo. Es una condenada Diosa del Infierno, hermano. Te ganó por dos cubitos.

Me suelto una risa seca. No puedo evitarlo.

Devan nunca pierde su maldito humor... ni aunque el mundo se caiga.

-Ven -me dice-. Mira, estos son nuestros equipos. Alta tecnología. Aunque a ti te darán un modelo especial por tu "estatus". Aquí vienen los horarios, la rutina, la ubicación de entrenamientos. Todo.

Lo escucho a medias. Estoy cansado. Hartado. Vacío.

-No pienso quedarme en esta m****a -le digo-. Quiero volver a Luna Serena. Hablaré con el Alfa. Pediré una audiencia. Esto es una locura.

-Ay hermanito... -suspira, abrazándome de nuevo-. Si lo logras, inclúyeme. No me dejes aquí. No me abandones.

Me besa la mejilla como si fuera mi novia. Estúpido Devan.

Pero lo amo. Es lo único bueno que me queda en esta pesadilla.

Lo primero que hago es ir directo al baño. El agua caliente cae sobre mi cuerpo como una caricia necesaria.

Dejo que el vapor me limpie la mente, aunque no puede borrar la humillación.

Me visto con ropa informal, algo cómodo. Al parecer, solo exigen uniforme para los entrenamientos. Los que trabajamos o estudiamos podemos vestir como queramos.

Devan me espera afuera. Bajamos juntos al comedor. Estoy muriendo de hambre. Me como todo. Literal. Como si tuviera días sin probar bocado.

Después del almuerzo, voy a mi locación. Mi zona de trabajo.

Me presentan a un hombre de unos cincuenta años, serio, inexpresivo. Me pide mi nombre. Se lo doy. Asiente y me guía por un pasillo largo y silencioso hasta un cubículo pequeño, limpio y bien equipado.

Me entrega una computadora, algunos dispositivos complementarios, un kit de herramientas tecnológicas y una guía simple con las normas del área.

Según mi horario, podré salir después del desayuno para asistir a la Universidad Estatal de Vyreon. Continuaré mi carrera en sistemas. Eso me da algo de tranquilidad. Algo de control.

Trabajo toda la tarde. Reviso los sistemas, me familiarizo con la interfaz, instalo algunos paquetes básicos. Me concentro para no pensar. Para no sentir.

Cuando cae la noche, me levanto y me dirijo a las oficinas de información. Necesito respuestas.

Me atiende una joven delgada, con ojos claros y una actitud neutra.

-¿Quién es mi líder directo en esta área? -pregunto.

Tecla algunas cosas. Revisa la pantalla. Asiente.

-Beta Hall.

¡Mierda!.

El maldito que me mandó azotar.

Aún así, camino hasta su oficina. Saco fuerzas de donde ya no tengo.

Toc, toc...

-Pase, guerrero -responde desde adentro con esa voz arrogante y tranquila.

Entro. Cierro la puerta tras de mí.

Lo observo. Él apenas me mira. Está escribiendo algo en una tableta digital.

No espero más. Me planto firme.

-Beta... ¿sería posible conseguir una audiencia con el Alfa Logan?

El Beta Hall deja la tableta a un lado y por fin me dedica su atención. Me clava los ojos, esos ojos grises y calculadores que parecen analizar cada parte de mí con desdén.

Luego, sonríe. Una sonrisa ladeada, burlona, como si mi simple presencia le divirtiera.

-¿Una audiencia con el Alfa Logan? -repite, casi con sorna, y se recuesta en su asiento con los brazos cruzados detrás de la cabeza-. Qué adorable.

Frunzo el ceño. Siento que Tyler gruñe por dentro, pero me obligo a mantenerme firme.

-No estoy bromeando. Tengo derecho a hablar con él -insisto.

Él ríe. No es una carcajada, es una risa seca, corta, cargada de superioridad.

-Lamento informarte, guerrero, que el Alfa Logan ha salido de viaje. Y mientras él no está... -Hace una pausa y se señala el pecho con teatralidad- ...yo soy su líder.

¡Mierda!.

Siento un escalofrío recorrerme la espalda.

-¿Lider? -repito, con incredulidad.

-Así es. -Se incorpora, caminando con calma hasta situarse frente a mí-. Lo que significa que tus peticiones, tus protestas, tus quejas... -Me lanza una mirada desdeñosa- ...deberán pasar por mí.

Me muerdo el interior de la mejilla. Estoy a un paso de estallar, pero no puedo. No aquí. No ahora.

-No quiero problemas -respondo, con voz controlada-. Solo quiero saber si podré salir de aquí. Volver a Luna Serena. Cumplir con mi misión, no ser tratado como un prisionero.

Hall da un paso más cerca. Está tan cerca que podría golpearlo. Tyler ruge, pero yo respiro hondo.

-Zoren, Zoren... -dice mi nombre como si le costara tomárselo en serio-. Aquí no eres nadie. Y si sigues insistiendo con esa actitud de cachorrito rebelde, me aseguraré de que tu estadía aquí sea mucho más larga... y mucho más dolorosa. ¿Está claro?

Apreté los puños. Todo dentro de mí quiere arder, pero me obligo a tragarme el orgullo.

-Sí, Beta -escupo las palabras, sintiéndome como si masticara veneno.

Él sonríe satisfecho.

-Muy bien. Puedes retirarte. Y la próxima vez que quieras hablar con un Alfa, asegúrate de no ser un miserable desobediente con historial de latigazos, ¿sí?

Me doy la vuelta sin responder. No le daré el gusto de verme más humillado.

Salgo de su oficina con el pecho ardiendo, Tyler furioso, y mi orgullo pisoteado. Pero algo dentro de mí se enciende. No será así para siempre. No pienso rendirme.

No pienso quedarme en esta maldita jaula disfrazada de ciudad. No importa cuántos látigos me caigan encima.

Voy a salir de aquí.

Lo juro.

─────────────────

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP