DEREK MAGNANI
En cuanto me di cuenta de que Sloane estaba completamente dormida, escapé de sus brazos. Le coloqué un suave camisón antes de llevarla en brazos, ligera y hermosa, con su cabello revuelto y carita de ángel, recostándola junto a nuestro hijo. Me quedé por un momento sentado en el borde de la cama, viéndolos a ambos dormidos. Me grabé la imagen en el corazón y me dolió.
Rebusqué en la maleta que había preparado, saqué un sobre con dinero y la pequeña caja que guardaba mis ilusiones y sueños. Una vez que me vestí para la ocasión, me senté en la mesa y comencé a escribir, dejando con mi puño y letra indicaciones, promesas y sentimientos.
No podía simplemente acudir a la p