Banco de sangre móvil

No escuché más y mis pies se movieron de manera automática a la habitación donde se encontraba Brisa.

'Esa perra se despertó, por fin nuestro mate nos marcará. ¿Querría el bebé?́', mi loba Imara preguntó, preocupada y emocionada a la vez.

´Él nos ama. Estará feliz de escuchar esta noticia´. Le respondí a mi loba.

Mi corazón latía con fuerza en mis oídos cuando abrí la puerta con dificultad para respirar, no estaba cerrada con llave.

Pero nada me había preparado cuando abrí la puerta, mi compañero y Brisa liados besándose como si no existiera mañana.

Mi loba aulló en mi cabeza, haciendo que un profundo dolor recorriera cada fibra de mi cuerpo, mis piernas flaquearon y estuve a punto de caer al piso si no fuera por el umbral de la puerta en el cual me apoye todo el peso de mi cuerpo, hubiera caído como saco de papas.

La cabeza de Caí giró en mi dirección y se separó de Brisa mientras salía corriendo de la cama y se acercaba a mí.

Me quedé congelada en el acto.

Mi corazón martilleaba en mi pecho con tanta fuerza que estaba seguro de que saldría de mi caja torácica en cualquier segundo.

Brisa se apresuró a salir de la cama.

Caí se paró frente a mí mientras me agarraba suavemente los brazos, había miedo pululando en sus tonos marrones.

—Ara, Brisa despertó-

—¿¡Entonces no dudaste en traicionarme!? —siseé bruscamente mientras las lágrimas me picaban en el fondo de los ojos.

—Ara, no es algo que yo pueda controlar, después de todo lo que vivimos juntos —gruñó.

—Tú… —mi voz se quebró y mis lágrimas fluyeron. No podía creer lo que estaba escuchando. ¡Esta era su explicación!

—Eres sólo un banco de sangre móvil, la esclava libre de nuestra familia. ¿¡Cómo te atreves poner tus sucios ojos en mi hombre!? —Brisa estalló interponiéndose entre Caí y yo.

Mi barbilla tembló ante sus crueles palabras, pero la ira se apoderó de mí cuando la aparté.

Brisa dejó escapar un grito ahogado mientras retrocedía, sus ojos se cerraron mientras caía al suelo con un ruido sordo y perdió el conocimiento.

La miré atónita. Sabía que no la empujé con tanta fuerza que la dejó inconsciente, porque apenas podía mantenerme en pie con la energía que quedaba en mí.

—¿¡BRISA!? —Caí se arrodilló junto a Brisa mientras abrazaba su cabeza contra su pecho tratando de despertarla, pero no importaba cuántas veces la llamara, ella no abría los ojos—. Brisa, despierta —la voz de Caí transmitía pánico mientras le daba unas palmaditas en la mejilla, pero ella estaba inmóvil.

Caí lentamente miró hacia mí y mi corazón tembló en mi pecho mientras él me miraba con malicia.

La presión de su mirada Alfa me obligó a arrodillarme. Parecía trastornado, la mirada maníaca en sus ojos me sacudió hasta la médula.

Al segundo siguiente, me estaba tirando bruscamente hacia Brisa mientras yo luchaba con todas mis fuerzas.

Sabía lo que haría. No podía permitir que sucediera otra vez.

—¡PARA! NO LE DARE MAS MI SANGRÉ —grité entrando en pánico, pero él no escuchó.

Me rasgó las mangas antes de agarrar su navaja de bolsillo y cortarme la piel con un corte brutal.

Un grito de dolor atravesó mis labios cuando lo acercó a la boca de Brisa, mi sangre fluyó por la comisura de la boca de Brisa.

Apretó mi herida con tanta fuerza que lloré y le pedí que se detuviera.

Después de mi primera herida no pudo sacar suficiente sangre.

Cortó el segundo... el tercero... el cuarto, empezaron a aparecer puntos negros en mi visión.

—Yo...estoy p...embarazada... p...por favor... te lo ruego, detente. Estoy embarazada de tu bebé —rogué patéticamente, quería traerlo de vuelta a sus sentidos contándole sobre el bebé, debía salvar a mi bebé.

Caí continuó apretando mis heridas, no estaba segura si no lo escuchó o simplemente no le importó.

Imara salió a salvarme cuando comencé a moverme, pero Caí obligó a mi loba a retroceder.

—¿Por qué carajo la lastimaste? —Caí gruñó como una bestia enloquecida—. Brisa, por favor... no me dejes otra vez, no lo soportaré —suplicó.

—Yo... estoy embarazada. ¡Detente, estás lastimando a nuestro BEBÉ! —grité. Ya no podía sentir mis brazos. Sentí frío. Era como si mi cuerpo se estuviera rindiendo ante mí.

—¿Cómo te atreves a lastimarla? Cuando sabes lo importante que es para mi—siseo.

La sangre ya no fluía de mis brazos. Había cortes y sangre por todas partes.

Apenas podía sentarme sola si no fuera porque él me mantenía sentada con brusquedad.

Caí me arrancó el vestido del hombro mientras me cortaba el hombro.

Un estridente grito de dolor atravesó mis labios mientras un dolor tan cruel me envolvía. La sangre goteó por mis brazos hasta los labios de Brisa.

El corte estaba muy cerca de mi arteria carótida. Por lo que parecía, no, estaba segura de que me mataría para salvar a Brisa.

No importa cuanta veces grite que parara, mi garganta estaba tan seca por los gritos que ya no salían palabras de mis labios.

Oí pasos y gritos ahogados detrás de mí. Podía escuchar débilmente a los miembros de la manada rogándole que me dejara ir.

El Beta agarró a Caí del hombro para detenerlo, pero Caí lo empujó con tal fuerza que golpeó la pared y se desplomó.

—Debemos conseguir a alguien que salve a Luna —dijo alguien mientras salía corriendo de allí.

Todavía podía oírlos rogándole a Caí que me dejara ir. Pero Caí no escuchaba a nadie.

—P…por favor, mi bebé… —balbuce con la voz quebrada, pero él no prestó atención a mis palabras.

Antes de que pudiera sucumbir por completo a la oscuridad. Imara gritó en mi cabeza.

´Perdimos al bebé´.

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