El aire dentro de la sala de interrogación se volvió insoportablemente pesado. El castillo temblaba bajo la presión del poder de Mia, su energía vibraba con una intensidad que apenas podía contener dentro de sí misma. Las llamas de las antorchas titilaron, como si el propio fuego temiera la ira que estaba a punto de desatarse.
Seth la había desafiado una última vez y ahora, iba a pagar el precio de su error.
Mia dio un paso adelante, manteniendo su mirada fija en él con una intensidad que perforaba cualquier intento de arrogancia que aún pudiera quedarle. Seth intentó mantener su postura firme y su sonrisa burlona aún estaba grabada en su rostro, pero ella ya podía sentir el cambio en el aire… Él sabía lo que estaba por venir.
Mia inhaló profundamente, dejando que su loba se expandiera dentro de ella, dejando que cada fibra de su cuerpo se preparara para lo que estaba a punto de hacer.
Cuando habló, su voz no fue un grito, tampoco fue un rugido. Fue una sentencia.
—Seth Winch