Augusto estaba más tranquilo ahora al escuchar estas palabras, aunque en el fondo sabía que ella jamás se acostaría con Alberto.
Valentina se le acercó y le rodeó el cuello con su brazo libre del cabestrillo y, él bajó hasta su boca para besarla, también le rodeó la cintura con su también brazo sin ese molesto cabestrillo.
- ¡Cuando esté en mi cama y sea completamente mi mujer, estas ropitas no se las quiero ver puestas, la quiero ver como Dios la trajo al mundo!
- ¡Eso no será posible, Dr.! - dijo Valentina alejándose un poco.
- ¿Por qué? Mi querida Dra.
- ¡Puede ocurrir un incendio, un accidente, una inundación, truenos y relámpagos y nosotros ahí con todo al aire! ¿Cuándo ocurren estos casos las personas salen de sus casas, así como se encontraban durmiendo? ¡Esa es una mala idea!
- ¡Dios, usted le mata la pasión a cualquiera!
- ¡Solo digo que puede pasar algo! ¡Estando muy chica, me encontraba en mi habitación y había un bicho en el piso, corrí hasta la habitación de mis padres y