No había visto tantas cámaras en mi vida, ni siquiera el día del juicio, pero ahora todas las cámaras y reporteros estaban obstaculizando el paso en el hospital, los flashes de las cámaras hacían que mis ojos se cegaran, los gritos y las preguntas resonaban tan alto que me hacían perder la cordinación.
El agarre de uno de los reporteros me hizo tropezar y caí al suelo.
— ¿Es verdad que tú y tu padre vinieron a terminar lo que comenzaron hace quince años? — Me preguntó entre gritos.
Yo me tape la cabeza con los brazos y me hice un ovillo en el suelo.
— ¿Lo hicieron por venganza? — Grito otro.
— ¡Levántate! — Me pidió una voz conocida.
Yo levanté la cabeza y era Octavio.
— Se va a morir — Le dije llorando.
Octavio me levanto y corrió conmigo dentro del hospital.
— No quiero vivir si el no está, ¡no quiero! — Grite con desesperación.
— El no se va a morir, pero tú tienes que calmarte — Me pidió.
— ¡No! Yo solo queria ser feliz, ¿por qué no puedo serlo? s-olo, yo... — No podía pronunciar