—Porque simplemente quiero. —Dijo poniéndose de pie y caminando hacia la estantería mientras apartaba el libro y buscaba algo que pudiera darle información. Algo más.
Había una espada y un pozo mencionados en sus visiones. ¿Dónde podría encontrarlos?
Ragnar la agarró del brazo y la atrajo bruscamente hacia sí, haciendo que su pequeño cuerpo se estrellara contra su pecho mientras la miraba fijamente.
—No te metas conmigo, Atenea. Estoy siendo indulgente contigo. —Siseó.
—Vete a la mierda —escupió ella y le hirvió la sangre.
—Te encanta ponerme de los nervios. —Él apretó los dientes.
—No, me encantaría matarte. —Corrigió ella, y su mandíbula se tensó.
—¡¿Por qué demonios quieres matarme?! —gruñó, sacudiendo su pequeño cuerpo con su fuerza.
—¡PORQUE ERES UN ALFA DOMINANTE! —le gritó, y él frunció el ceño confundido.
—¿Qué...?
—Porque tu padre y los otros dos malditos alfas dominantes mataron a mis padres, mataron a mi hermana menor. Era una bebé. Mataron a toda mi gente y nunca nos dije