–Tengo miedo –susurró Helen abrazando a Dante.
–No tienes porqué tenerlo, yo lo amenacé si, pero ni por asomo lo maté –la abrazó y le besó la frente.
Era muy tarde ya, estaban acostados en su cuarto en la penumbra que siempre solían dormir, abrazados, besándose y más unidos que nunca.
–Yo no tengo la menor duda de eso, pero no sé, tengo miedo, es...es como si esto se fuera a enredar.
–Es que estás muy sensible, es normal, estás embarazada, por cierto, ¿cuando sabremos el sexo?
Helen sonrió –la semana que viene, el martes me haré el ultrasonido, esperemos que se vea.
–¿Porque puede ser que no se quiera ver?
–Si, a veces sucede.
Dante destapó a Helen y le subió la blusa para dejar su barriga al aire.
–Bichito de papi.
–¡Dante! que es eso de llamarle a tu hijo bicho –dijo Helen entre risas.
–Helen, no es bicho, es bichito, chiquitico, cosita pequeñita, cosita nuestra –dijo Dante entre besos – ya se te nota la pancita –sonrió –Si hace tres años atrás alguien me hubiera dicho que iba a ter