Arielle
Suspiré de placer por sus besos, queriendo pasar el resto de mi vida entre esos brazos y con esa boca sobre mi piel, pero ya era tarde y debía volver a mi casa.
Habíamos pasado todo el domingo juntos, desnudos y enredados en la cama como dos adolescentes. No quería dejarme ir y tampoco me quejaba, para nada. Disfruté cada segundo, pero el momento de volver a la realidad había llegado y debía prepararme para volver a las prácticas mañana.
-Tengo que irme -susurré.
Acarició mi piel con su índice y gruñó contra la curva de mi espalda en desacuerdo.
-Quédate otra noche -pidió entre besos.
-No puedo, tengo prácticas y necesito ropa -Y él lo sabía. Tenía un gran trasero y sus prendas inferiores me quedaban apretadas o no cerraban.
-Vamos a buscar ropa y volvemos -sugirió.
Volteé a verlo porque era imposible.
Levantó la vista y encogió sus hombros muy inocente.
-¿Qué? -preguntó.
Apoyé mis brazos en la cama y me senté porque no podía quedarme otra noche y arriesgarme a que nos descubr