Después de ese fin de semana maravilloso, me levanto para una nueva semana, más agotada que de costumbre. Me divertí mucho y la pasé muy bien, pero el domingo en la tarde tuve que hacer todo lo que no había hecho, que no era poco.
Como todos los lunes, eran pesados y es como si el cerebro aún estuviera intentando despertarse. Seguíamos con el proyecto de Aspen al cual yo intentaba dedicarme lo más posible.
Mi jefe me buscó durante toda la mañana y estuvimos ocupados viendo muchas cosas, así que dejé mi celular desatendido y solo escuchaba que sonaba varias veces con notificaciones y mensajes, y cuando me acerqué a revisar eran de Brandon. Un mensaje, dos, tres.
Me preguntaba si había tenido un buen fin de semana, si había podido adelantar algo en mi casa, si había descansado y dormido bien y comentaba lo bien que lo pasó y me daba detalles que me hacían reír como por ejemplo lo mucho que le gustaba que me haya ido con su ropa. Pero luego, agrega.
Brandon : Entiendo, no hay probl