—Yo no fui — musité.
Arrancó todos los cables que tenía puesto y me subió bruscamente a su hombro. Me trajo de vuelta a la habitación y me arrojó sobre la cama. Tenía miedo de lo que iba a hacer por eso me traté de mantenerme lejos suyo.
—Disfruta de las últimas horas que te quedan — salió de la habitación y la cerró por fuera.
Estallé en llanto, desmoronándome detrás de la puerta. Le di varios golpes, diciendo la verdad a gritos. Quería guardar así fuera una pequeña esperanza de que me escucharía y creería en mi palabra. Tenía una lucha conmigo misma. Puedo comprender de cierta forma su actitud y dolor, pero estas no son formas de tratar a nadie.
Al cabo de unos minutos escuché la cerradura de la puerta y me aparté con temor pensando que se trataba de ese demonio, pero vi a Andrea nuevamente.
—Saliste más perra de lo que pensé. Y eso, que creí en tu palabra cuando dijiste que no habías sido.
—Yo no lo hice. ¿Por qué nadie puede creerm