—Mi hermosa Lily. Como te he echado de menos. Cada día estás más preciosa.
Esta vez no estaba dispuesto a dar mi brazo a torcer.
—No hace falta que me lo digas. Sé perfectamente que soy inolvidable.
Sin permitir que se moviera, engullí su cuerpo entre mis brazos y me miró sorprendida. No la siento agresiva o a la defensiva como la última vez.
—Tú y yo dejamos algo pendiente la última vez. ¿Ya lo olvidaste? — la encaré.
—Suéltame, imbécil.
—Tu rencor y odio lo convertiré en amor. Robaré cada insulto, cada suspiro, cada palabra que puedas dedicarme, a puros besos.
—¿Qué estás diciendo?
—Inténtalo. Anda. Insúltame, suelta todo eso que llevas por dentro, así me das la oportunidad que he estado esperando para besarte. No puedo esperar a que