Vanessa miró las calles pasar a través de la ventana del auto mientras se acercaban al lugar donde estaba recluso su padre. Al día siguiente sería su juicio y después de su sentencia sería trasladado.
El interior del auto estaba en oscuridad, aunque a veces se iluminaba un poco por las luces del exterior. La mano cálida de Adriano sujetaba la suya con firmeza. Sabía que él no estaba para nada contento con llevarla a ver a Filippo; aun así, allí estaba, acompañándola y demostrándole su apoyo. Se prometió que le daría un descanso después de eso.
El auto se detuvo en una calle silenciosa y apenas iluminada. Luka se giró hacia ellos.
—Los acompañaré hasta adentro. Él se quedará aquí. —Señaló con un movimiento de mentón al hombre detrás del volante—.Entraremos por