Alina está casada con Luke, un hombre al que adora; acaba de cumplir treinta y cinco años y su vida cambia para siempre cuando ese mismo día la amante de su esposo, Luke, le confiesa su infidelidad. El mundo de Alina se ve afectado por ese hecho e intentar recomenzar su vida le costará muy caro; sin embargo, en su camino aparece Artem Nader, su jefe, para llenarla de nuevas inquietudes y de ganas de vivir. Luke verá cómo un gesto tan demencial como dejar a su esposa por una loca celosa le costará muy caro.
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Todo era perfecto, podía sentir la suavidad de la seda debajo de su piel, el puesto de Luke estaba tibio, su perfume a pinos de otoño perduraba, pasaba su mano con adoración. Su esposo lo era todo para ella.
Escuchó la puerta abrirse y Luke entró sosteniendo una charola con un desayuno para dos, se irguió como una cobra en celo, lo miró detenidamente: no usaba camisa, era muy sexi, y la bragueta de sus jeanes estaba abierta. Alina se emocionó y dio palmadas en la cama.
—Te quiero aquí, nene.
—Ya me tienes, nena.
Se sentaba junto a ella con esa sonrisa que podía derretir el mundo.
—¿Y todo esto es para mí?
Acariciaba su pecho firme. Dios, era todo un bizcocho sexi, siempre atlético y fuerte; sus 40 años los llevaba con dignidad.
—Te ves divino, querido.
—Divino para una diosa —besó sus labios—. Te amo, Alina.
—¿Me amas como cuando nos conocimos?
—Como hace miles de años.
Se besaban, el desayuno olía divino y competía con su aroma. Alina solo deseaba tirarlo en la cama y devorarlo a él.
—Estás caliente, chiquita.
—Ardo por ti.
—Esa es mi Alina.
—Siempre tuya, bombón.
La charola con todo su contenido cayó en el piso, no le importaba el ruido estridente que hacía, ella solo se montó sobre él y comenzó a tentarlo. Su bata delineaba sus pechos firmes y las manos de su amado la acariciaban; eso era toda la felicidad del mundo para ella.
—Alina, te amo, mi loca rabiosa.
—Grítalo.
—¡Alina!
—Anda, dilo…
Sentía que la tocaba ahí y…
—¡Alina! ¡Alina! Despierta, llegarás tarde al canal.
Alina se dio cuenta de que todo fue un sueño y su despertador sonó en ese momento. Luke siempre se levantaba cinco minutos antes de que sonara.
—Haces unos ruidos raros.
Lo vio irse en bóxer y ella se estiró coquetamente y le dijo a su esposo.
—Soñé contigo —acariciaba su puesto—. ¿Quieres saber lo que soñé?
Él consultó con su reloj y le dijo:
—Muévete, es una descortesía llegar tarde a una cita.
—Es que…
—Vamos, vamos, arriba, perezosa.
Y allí se iban todas sus ganas, consultó su reloj y vio en la pantalla un pastel con una vela que decía:
“Felicidades, Alina”.
Lo había olvidado por completo, era su cumpleaños. Treinta y cinco años, ni más faltaba, miró a su alrededor esperando ver algo especial, tal vez un detalle de parte de Luke y no, nada, tal vez la sorpresa se la daría en el desayuno.
Saltó de la cama con una vitalidad, no siempre se cumplían treinta y cinco años junto a los dos seres más importantes del mundo. Luke, su amado esposo y su hijo Adler.
Sacó un atuendo que deseaba estrenar ese día. Era un conjunto con un pantalón de palazo de seda, de color azul eléctrico, que delineaba sus formas y busto muy bien.
—Chica, te ves genial.
Se dijo frente al espejo y vio salir a Luke.
—No me esperes a cenar.
Salió con su portafolios y su pinta de ejecutivo, no entendió su frialdad, tal vez era parte de un show para luego sorprenderla en el desayuno o en el canal frente a todos sus compañeros. Sonrió, eso debía ser.
Luke salía a la amplia sala y su hijo se acercó a él.
—¿Ya te vas?
—El dinero no se hace solo.
Entonces se dirigió a la puerta y se fue. Adler tenía 14 años y se despertó dos horas antes para preparar el desayuno para sus padres.
Vio a salir a su madre toda radiante, y su melena castaña clara, sedosa y alborotada, que le daba un toque más juvenil, se acercó a ella galante.
—La mujer más hermosa del mundo.
Alina se ruborizó, su hijo había heredado esa coquetería nativa de su marido.
—Feliz cumpleaños, mamá.
—¿Te acordaste?
—Siempre.
La llevó a la cocina en donde la esperaba con un delicioso desayuno.
—¡Todo esto es para mí!
—Eres la reina de la casa.
—Hijo —lo besó—, esto se ve delicioso.
—Y lo está, me esmeré mucho en seguir el tutorial de desayunos, e hice pan.
—¿Pan?
—Ajá
—Adler, pero qué loco, mi niño.
Sacaba del horno unos panes que olían a dioses, entonces Alina miró en torno.
—¿Y tu padre?
—Se fue —le servía el jamón.
—¿En serio?
—Ya sabes lo que dice siempre —carraspeaba para imitar su voz—. El dinero no se hace solo.
Alina tomó un poco de jugo de naranja y le dijo a su hijo.
—Ha tenido mucho trabajo últimamente.
—Al menos se acordó, ¿verdad?
Alina miró a su hijo detenidamente y él, sorprendido, preguntó.
—¿No lo hizo?
—Debe tener preparado algo especial para hoy.
Adler estalló para decirle.
—Está actuando como un idiota.
—Adler.
—Es verdad, parece que vive una menstruación eterna.
Sonrió al decir eso y Alina le comentó.
—Es tu padre, pasa por un momento de estrés y debemos entenderlo.
Adler recordó algo y le dijo a su bella madre:
—Te tengo algo especial.
Ella señaló su plato con asombro.
—¿Más todavía?
—Mucho más.
Se levantó y fue al refrigerador y sacó un bello pastel.
—Hice una torta helada.
Los ojos de Alina brillaron, su hijo le recordaba a Luke cuando estaban recién casados.
—Dios, se ve delicioso.
—Y lo está.
Su hijo, tan entusiasta, cuando lo probó, quedó extasiada.
—Está riquísimo, hijo, te esmeraste.
—Creo que tengo talento para la cocina.
—Esto es más que talento, es un don.
Estaba sorprendida.
—Tengo que llevarle a Francis, se volverá loca y no me creará que lo hiciste tú.
—¿Te encantó la sorpresa?
—Me fascinó.
Estaba emocionada de que Adler fuera un joven virtuoso en estos tiempos en que todos estaban de locos.
**
Se sentía muy sexi, era raro, como si el tiempo en vez de restarle le añadiera vitalidad y belleza, salió rumbo al canal de televisión en el que laboraba junto a un lindo equipo.
**
El set tenía esos sillones acolchados de tonos rosa pastel y ese típico aire femenino en toda su decoración. No en vano el programa era el más visto en las mañanas y se llamaba ¡Mujeres en Alto!
La cámara adoraba el rostro de Alina Dixon, presentadora de televisión, una hermosa castaña de cabello lacio que usaba siempre alborotado, lo que le daba un aire coqueto a su rostro.
Era una de las presentadoras más notables de la cadena Global Capital, estaba en el horario de las mañanas junto a otros cuatro presentadores a cargo del popular programa.
Cuando llegó, sus compañeros la recibieron con besos, abrazos y rosas.
—¡Dios, cuánto cariño!
—Te ves estupenda. —le decían.
Francis, una bella mujer en sus 36 años, tan vital y femenina como lo era ella, se le acercó.
—¡La chica del cumpleaños!
Se abrazaron.
—¡Felicidades!
—Gracias —acomodaba su cabello con un giro coqueto—, ¿parece que tengo la edad?
—Te ves mejor.
Entraron para iniciar el programa y se preparaban varias sorpresas, aunque de cuando en cuando pensaba en Luke y su olvido, no podía decir que fingía bien porque desde hace tres meses apenas se hablaba algo.
Todo podía obviarse, pero darse cuenta de que tu matrimonio no andaba bien era complicado para ella, que solo parecía actuar su papel de mujer perfecta frente a las cámaras.
Después de terminar una entrevista con un especialista de la piel, su compañera y mejor amiga, Francis Felton, se acercó mientras ella decía.
—Despedimos al doctor Philip, esperamos que les haya servido la información.
Francis, interrumpiendo el orden del programa, dijo frente a la cámara.
—Un momentito, por favor.
La cámara enfocó a la pelirroja.
—Hoy es un día especial.
Alina se cubrió avergonzada el rostro.
—Hoy una persona maravillosa cumple años —miró a Alina roja como la grana—, nuestra querida Alina Dixon.
Todos aplaudían en el set y colocaban la frase ¡Feliz, Alina!
Alina, al borde de las lágrimas, veía que su compañero Walter entraba con un bello pastel y dijo limpiándose las lágrimas.
—¿Por qué me hacen esto?
—Te lo mereces, amiga —decía Francis.
La enfocaban toda roja de la emoción, y viendo el hermoso pastel con velas que le presentaban.
—¡Dios mío, es bellísimo!
Sus compañeros del programa de variedades se acercaron a cantarle el cumpleaños feliz y las luces bajaron para que se vean las velas y el coro de amigos cantando para ella a todo pulmón.
—Pide un deseo, Alina —le decían.
Ella cerró sus ojos y solo pidió una cosa: amor para su vida y familia, sopló la vela y se despidió una nube de brillantinas y corazoncitos que volaron por todo el set, todos aplaudían emocionados por el efecto.
Alina pudo ver el humillo alzándose y sonrió conmovida. Muchos globos llovieron con papel picado sobre ellos en ese momento y entraron un bello ramo de rosas.
Alina estaba a la expectativa, ¿podía ser que Luke tuviera ese detalle especial?, Francis tomó las rosas y leyó la tarjeta.
—Felicidades para la hermosa presentadora de televisión. Son los deseos de la nueva directiva.
Alina no esperó ese detalle, es decir, sabían que la cadena había cambiado de mando, no que el nuevo dueño tuviera ese tipo de detalles con sus empleados.
—Gracias, a todos.
El chico del físico perfecto y, por ende, el chico fitness del grupo, Emmet se le acercó con un obsequio y le dijo emocionado.
—¡Estamos prendidos de felicidad!
—Emmet, gracias por todo.
—Linda, eres la mejor de todas, fuiste la que apoyó mi propuesta en el canal. Salté a la fama gracias a ti.
—Yo creo que lo hiciste gracias a esos clientes VIP que te manejas.
Se dieron un fuerte abrazo en agradecimiento. Francis, su mejor amiga y mentalizadora de ese momento cursi, se acercó a abrazarla y darle un obsequio.
—Eres la mejor, ¡Felicidades!
—Tonta, no debiste hacer eso.
Se limpiaba las lágrimas con un pañuelo.
—Y perderme tu cara de sorpresa cuando todo pasó.
—Tonta —miró el ramo de rosas—, es un detalle interesante.
—Política de la nueva directiva, claro, la nueva directiva debería de saber que te gustan las calas y no las rosas.
Ella abrazó a su amiga riendo, comenzó el show de celebración a cargo de una coreógrafa que preparó un especial para ella, todo era tan perfecto hasta ese momento, lo único que empañaba su vida era el olvido de su esposo y esas cosas que no se dicen, pero que son importantes y que no deben callarse nunca. ¿Qué sorpresa le depararía el destino a la bella Alina?
Luke con su tono irónico, comentó—Vaya, te veo hasta en la sopa.—¿Te me estás declarando?—Escucha…—Papá, salgamos a hablar.Lo llevó afuera y Alina salió.—¿Pasa algo, Artem?—Sí, tu exesposo vino a hablar con Adler.Alina estaba sorprendida y solo esperaba que Adler no se portara malcriado.**Adler miraba al piso y su padre le mostró un paquete.—Es una consola de videojuegos de última generación y muchos juegos.El sueño de todo adolescente.—Pensé que te gustaría jugar.—Ah, claro… gracias.—Hijo, a pesar de todo, eres mi hijo, te amo y, aunque actué de forma estúpida contigo, lo hice por amor.Su padre siempre actuaba por amor y el joven le respondió.—Fue una experiencia inolvidable ser seguido por la policía y estar en una celda… Gracias, papá.—Siempre estaré allí para ti, quiero que lo sepas y quiero que vengas a cenar conmigo y Madison.Solo eso le faltaba.—Por favor, hijo, quiero que conozcas a tu hermana y pasen un tiempo en familia.—Esa mujer no es mi familia.—Ahor
Su hijo estaba en problemas y todo por causa de ella y sus malas decisiones.—Adler golpeó a Theo en el rostro, afortunadamente no es grave, pero será suspendido por una semana.—Escuche… Todo es mi culpa…—Sí, puede ser, pero usted no golpeó a Theo, fue su hijo.——Él lo hizo por defenderme y no es correcto, pero lo hizo por mí.—Quisiera ayudarla, señora Dixon.—West, soy Alina West.—Señora West, hay normas, tenemos que parar todo tipo de violencia y agresiones entre estudiantes.No pudo salvar a su hijo de la suspensión, y cuando lo vio, lo abrazó.—Perdóname.—Mamá, tranquila, no es tu culpa que Theo sea un imbécil.—Hijo, no hables como un gánster.—Hablo como un hijo que ama a su madre.—Voy a ir a terapia —le anunció.—¿Eso es lo que quieres?—Al menos tal vez puedan ayudarme.Alina llamó a un grupo de mujeres que se apoyaban mutuamente en un divorcio.**Ese día era su primera reunión y estaba muy ansiosa esperando ayuda y comprensión. Las mujeres eran de todas las edades y al
Alina tenía un problema con las manos del sujeto que la sacó a bailar y luchaba por detenerlo.—No quiero bailar.—Vamos, preciosa, eres divina —la besaba.—No, no quiero, suéltame —lo empujaba ella con sus pocas fuerzas—. No me gustas.Artem llegó y lo apartó violentamente de ella y lo tiró al suelo.—¡Déjala en paz!Francis se levantó de una y sacó su móvil; esto se ponía bueno.—¡Oye, qué te sucede!—La dama dice que no.Alina se sentía mareada y Artem la llevaba a la mesa y ese sujeto lo agarró.—¡Maldito imbécil!Artem esquivó el golpe y le dio dos al sujeto, enviándolo al suelo doblado de dolor.Francis guardó el móvil y se apersonó a ayudar a Alina.—Amiga, ¿te sientes mal?—Me pasé de copas.Se sentía en un barco y Artem la llevó al exterior.—¿Cómo se te ocurre tomar tanto?Alina apenas si podía estar en pie y Francis, menos ebria, le dijo.—Ella está pasando un proceso.—Se pone en riesgo innecesariamente —la llevó a su auto.—¿Se la lleva?—Sí, tiene que tomar un baño y camb
Alina se miraba al espejo de la boutique del resort, le caía como un guante, hermoso y elegante, y la vendedora sonrió.—Se ve radiante, increíble.—Gracias por decirlo.—Es de mis presentadoras favoritas, me extrañó no verla de nuevo.—Estoy de vacaciones.—¡Espero que los disfrutes mucho!Salió con sendas fundas y pensando cómo estaba cambiando su vida. Adler jugaba en la piscina junto con Debra y ella estaba definiendo su vida.A la hora del almuerzo se reunió con Artem en el comedor.—¿La estás pasando bien?—Sí, hace tiempo que no salía de vacaciones y es relajante.—Conmigo vas a salir a muchas partes, deseo mostrarte algo —sacó una tablet ultramoderna y le mostró las portadas de los distintos proyectos que habían encargado—, espero que te gusten.Ella miraba fascinada todo y sonrió emocionada.—Se ven divinos.—Puedes cambiar lo que desees.Alina miraba emocionada las distintas propuestas.—Es como ver un sueño hecho realidad.—Así es.Sonrió conmovida. Artem pidió unos cocteles
—¡Qué estás diciendo!—Hablaré con mi abogado, pelearé la custodia de Adler, no confío en ti para cuidarlo.—Eres un… ¡No te daré a mi hijo!—Bien, perfecto —intervino Artem—. Nos veremos en los tribunales, le encantará al juez saber que tenía una amante joven desde hace tres años; si hablamos de integridad moral, la de Alina está intacta.Luke balbuceó y Artem dio la estocada final.—Mis abogados se contactarán con el suyo para hablar del caso.Luke miró a Alina con sorpresa y dijo resuelto.—Veremos, entonces.Salió molesto como nunca lo vio en su vida.—No debiste decirle eso.—No puedes dejarte intimidar, lo que ese sujeto desea es quebrarte para que te sientas acorralada. Sé cómo es esto, lo viví.—Le dije a Adler que hablara con su padre y él está muy molesto.—Lo sé y debes de entenderlo, la vida que él tenía fue toda una mentira, eso duele.Alina se sentía incómoda, nunca vio a Luke fuera de sí.**Luke estaba ardido por la confrontación con el modelito millonario y decidió ir
—¿Vas a contarme o tendré que torturarte?—No sucede nada.—¿Saldrás con Artem Nader?—No es lo que piensas, estoy realizando un proyecto personal y él se ofreció a analizarlo.—¿En serio?—Sí, y espero lograr algo.—Es un hombre bastante apuesto, ¿no crees?—Tiene lo suyo.Francis brindó por eso y le dijo con picardía.—Quisiera ya tener algo suyo y si es su chequera mejor.Entonces preguntó.—¿A dónde irá Adler el fin de semana?—Pasará una noche en una fogata, es un evento juvenil.—Suena muy interesante —le servía cerveza—. Adler es un chico afortunado.—Ni tanto… Ha perdido la comunicación con su padre y eso me duele, ni siquiera pudo decirle nada sobre el paseo.—¿Entonces Luke no sabe nada?—Justo cuando iban a hablar de eso, pasó lo de la loca esa.—¡Qué pena!Alina sonrió y no añadió más al asunto, pero Francis se hizo la película en su cabeza y llamó a Luke.—Te tengo noticias —estaba un poco ebria—. ¿Quieres escucharlas?—Francis, ahora no…—Tu exesposa, Alina, va a salir el
Último capítulo