Cap. 7 ¡Nadie llama a mi hijo tonto!
Adler sintió que era una reverenda locura haber seguido a la chica del cabello rosa, por lo menos sus compañeros se divirtieron un tanto. Él, por contrario, se sintió más solo y terminó hasta maltratado.
Cuando vio su casa, se sintió bastante triste, se quedó viendo el jardín en donde corrió junto a su padre de chico. Sentía que vivió por mucho tiempo en una mentira, se recostó en el volante a recordar a su padre tan totalitario y recto para ciertas cosas y tan torcidas para otras.
Revisó su móvil y vio varias llamadas y mensajes de su padre.
«Hijo, tu hermana ya nació».
«Deseo hablar contigo, por favor».
«¿Podemos cenar? Hijo, por favor».
Y así había muchos textos, no quería llorar, pero en verdad se sentía decepcionado y se lo puso en un texto.
«No quiero verte, me has decepcionado. Ya nada va a ser igual y no sabes cómo me afecta. Siento que te has llevado nuestra paz mental y espiritual».
Se lo envió, se cogió la cabeza y le llegaron las fotos de la fiesta de la loca del cabello ro