***CAROLINA***
Acabó la ceremonia y comenzaron a acercarse a felicitarnos.
—Te mereces toda la felicidad del mundo —me dijo Ana, abrazándome con el pequeño Emilio en sus brazos.
—Te amo tanto, amiga, mil gracias por estar siempre en las malas y también en las buenas.
Luego se acercaron mis suegros.
—Desde que Abel nos habló de tí, supimos que eras especial y cuando te conocimos, no tuvimos dudas. Hoy oficialmente eres nuestra hija —me dijo Regina mientras me abrazaba.
—Siempre quisimos una buena mujer para Abel, pero definitivamente se llevó a la mejor —comentó mi suegro sosteniendo mi mano con cariño—. Bienvenida a esta familia, hija.
—Gracias; gracias a los dos por criar a un hombre tan maravilloso —mencioné abrazándolos a ambos.
Luego, saqué a mi pequeña del coche de bebés; no había tenido oportunidad de tenerla mucho tiempo en mis brazos ese día.
—Mi pequeña, mi bebé; tú también eres más de lo que esperé ¡Te amo tanto, hija!
Abel se acercó, nos rodeó con sus brazos y el