***ABEL***
Los días transcurrieron, Carolina fue recuperándose de las heridas y golpes; sin embargo se levantaba en las noches gritando alterada. La abrazaba fuerte para calmarla. "Estoy aquí mi vida, tranquila" le decía frotando su espalda.
Yo también me sobresaltaba dormido, pero sentirla en mi pecho, aliviaba mis temores.
Poco a poco, fuimos pasando el trauma.
Unos días después, fui a buscar a Lola a la veterinaria y decidimos mudarnos a la casa, para que se recuperara más rápido en su ambiente.
Un par de semanas después, fuimos a declarar contra Martín. Ya había salido del hospital y trasladado a la cárcel. Caro no quería verlo, pero era necesario cuando tocara el juicio y para eso había que esperar algunos meses.
En la declaración, nos encontramos con el inspector que no había querido atender el acoso "sin pruebas" cuando fuimos a denunciarlo. Escuchó todo el relato y al salir, lo miré con desprecio.
—¿Ahora es suficiente evidencia? —le pregunté con notorio sarcasmo. El hom