Era la una de la madrugada.
Oliver no podía dormir. Se paseaba por el apartamento e incluso terminó limpiando aquí y allá (una manía que tenía cuando se sentía ansioso, necesitaba sentirse útil y que todo estaba bajo control). El apartamento estaba más pulcro que vajilla de plata.
Llamaba a Lía una y otra vez, escuchaba el celular sonar, pero no contestaba. Y después entró a buzón.
Terminó sentado en el balcón, recordando las palabras de Lía de siempre estar para él, que podría contar con su ayuda.
Veía la banca vacía y lograba recordarla observando por la ventana a mitad de la noche.
¿Qué había pasado? ¿Qué detonó aquel gran cambio en ella?
Volvió al interior del apartamento cuando sintió el frío estrujarle el cuerpo, así que fue por