Oliver la miró fijamente e intentó que el nudo en su garganta no lo derribara. Procedió a recomendarle un platillo vegetariano a la mujer, la cual tuvo la fortaleza de mirarle con rostro descompuesto y aceptó con un movimiento de cabeza.
Rápidamente Oliver tomó todos los apuntes y se alejó de la mesa.
Cuando entró a la cocina, se recostó a una pared e intentó tomar aliento, recostando sus manos sobre sus muslos, haciendo ejercicios de respiración. Un compañero se acercó a él y le preguntó si se encontraba bien.
Tomó aire y se recompuso. Se había dicho que no se iba a dejar afectar si alguna vez se encontraba con conocidos, y esa era la prueba de fuego, la que demostraría qué tan fuerte era.
Cuando tuvo que llevar la orden a aquella mesa, su compañero lo ayudó, pues, aunque no le dijo nada, notaba que le afectab