Capítulo LXXXI
Al día siguiente Eva, se levanta, le hace el desayuno a José y lo deja tapadito para cuando él se levante y sale a la casa de Mercedes, sentía la imperiosa necesidad de hablar con ella. No podía ser que sus nietos estuviesen pasando por esa situación.
Luego de un rato, llega a casa de Mercedes y esta sale para recibirla, abriendo la puerta, al entrar le dice.
– mamá ¿Cómo estás? Gracias por venir. Pero... Y donde está José?
– no Mercedes, él no vino ni vendrá por un buen tiempo. Necesita recuperarse
– ¿recuperarse?
– si Mercedes. Tú y yo necesitamos hablar.
– ¿Qué pasa mamá? Aparte de que se va de la academia, no llega a la casa, y ahora me pone mal con usted. Seguro andaba quejándose y victimizándose.
– Mercedes no hables así. Las cosas son como son y no puedes seguir tapando el sol con un dedo.
– no es eso mamá, de que yo quiera tapar el sol con un dedo, pero está muy mal hecho que él te haya ido a mortificar a ti con las cosas de aquí.
– ya tú no estás para eso,