Después de dos meses sin verse, Sonia se encontró nuevamente con Andrés en una subasta a la que Manuel la había llevado. Mientras se encontraba en el jardín posterior, se topó con Diego, a quien tampoco había visto en varios meses.
Diego lucía muy diferente a su último encuentro: su semblante se veía más abatido y su rostro notablemente más demacrado. A pesar de su estado, se esforzó por dedicarle una sonrisa a Sonia.
—Ha pasado mucho tiempo.
Mentalmente, Sonia maldijo repetidas veces a Manuel por haberla traído a este lugar. Sin embargo, mantuvo una sonrisa cortés en su rostro: —Sí, bastante tiempo.
—¿Cómo te ha ido últimamente? —preguntó Diego.
—Muy bien.
—¿Tú y el señor Campos... no se reconciliaron?
Las palabras de Diego hicieron que los desagradables recuerdos de aquella noche en el auto inundaran la mente de Sonia.
Sus manos, que colgaban a sus costados, se tensaron involuntariamente antes de responder —No.
Diego guardó silencio.
Sonia, incapaz de soportar el ambiente tan tenso,