Cincuenta y ocho: Sana y salva.
David.
Me había enviado la dirección por texto y me sorprendía e inclusive llegué a pensar que se trataba de una trampa para conseguir dinero, pero de ser así ya lo habría pedido antes, ¿Que motivos llevarían a un criminal para querer ayudar? No tenía ni la mas remota idea pero estaba dispuesto a conseguir a Jules me costara lo que me costara y si tenía que hablar con mi madre y encararla, desde luego que lo haría.
Tenía llaves de la casa, pese a que me había mudado siempre olvidaba regresarlas así que era una ventaja en ese caso. En el jardín delantero se encontraba Emily leyendo un libro, ella visitaba todos los días a mi familia porque la suya era mucho más disfuncional, por esa razón era normal verla allí siempre. Dejó su lectura y se acercó hacia mi con una sonrisa.
— ¿Cómo estás David?
— De la mierda, Jules está secuestrada, creo que en este punto siento que voy a enloquecer.
Su rostro palideció inmediatamente mientras llevaba las manos a su boca.
— ¿Cómo es que aún no se ha fi