Alexander Lee (Jin-Sung)
El contacto en el pasillo del Grand Hyatt me había destrozado. No fue la furia, ni el miedo a que me abandonara lo que me obligó a acorralarla, sino el hedor de mi propia soledad. La alegría de Munan al ver al hijo de Ji-Seok fue una prueba de que ella estaba sanando; su ausencia de dolor me recordó que yo seguía estancado, incapaz de avanzar sin ella.
Regresamos al penthouse. La tensión era tan densa que se podía cortar con un cuchillo. Munan se encerró en su suite, y yo en la mía, pero el muro que nos separaba ahora era de cristal.
Pasé la noche en vela, no vigilando la cámara, sino mirando el techo. La confesión y la posterior confrontación habían drenado mi energía. A las 3:00 AM, el insomnio se convirtió en una tortura física. Las pesadillas regresaron: fragmentos de nuestra vida en Venezuela, la desesperación en el hospital, y el silencio de Munan después de la pérdida.
A la mañana siguiente, no tuve que ordenar el desayuno de Munan. Lo encontré