Capítulo 18. Lárgate de mi vida.

Despierto con la sensación de que me estuviese orinando, trato de levantarme, pero algo me lo impide. Abro los ojos y lo veo, entre mis piernas, con una de las sonrisas más cautivadoras que le he visto.

Oh señor Jesús.

Relame sus labios, separa un poco más mis piernas, dejándome totalmente expuesta, a su merced. Se me pone la piel de gallina al sentir la suave caricia desde mis pantorrillas a la parte interna de mis muslos.

La anticipación me puede y muevo buscando más contacto en mi centro de placer.

—Pelirroja con calma —susurra con voz ronca—. Tenemos todo el día para disfrutarnos, para comernos, para probarnos, para hacernos arder de placer.

A cada palabra que va diciendo siento como mi vagina se lubrica, maldición. Deseo sentirlo de una vez, a pesar de estar acostada el cuerpo se me pone sensible, los senos me pesan. Llevo las manos a mis pezones, sin importarme como me esté viendo el doctor bonito, quiero atención y me la voy a dar.

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