Capítulo 30. Te quiero, mi caprichosa.
Su baño es de ensueño, muy parecido al del hotel en Coche, la diferencia es que no tiene una tina. Pero todo es hermoso. Hay un aroma a mandarina que me enloquece, huele delicioso.
No se cuántos segundo o tal vez sean minutos, paso perdida en mis pensamientos. Cuando me doy cuenta estamos otra vez en su habitación. Su mirada felina me lo dice todo. De aquí en adelante lo que viene es placer, placer y más placer.
Nuestras respiraciones se alteran, ¿Y como no alterarse si estamos tan cerquita?
Se siente como si nos estuviésemos desvistiendo por primera vez, la sangre me hierve, la piel se me eriza y mi mente no piensa nada más allá de ¡SEXO! Mucho sexo, salvaje, ardiente, enloquecedor y abrumador.
¡Sexo! ¡Sexo! ¡Sexo!
Últimamente mi apetito sexual estaba por las nubes. Y el estar hoy conociendo su departamento me generaba nervios y deseo.
Mis ojos se funden en sus iris, y los suyos en los míos. Su mirada azulada queda hechizada en mis ojos negros. Ante mi tengo al hombre mas sensual