Esa misma noche Samantha se debatía en aceptar la invitación de Leonardo, no quiere alejar a Felipe, ahora que todo está cambiando.
Lorena la observa caminando de un lado a otro en su habitación, aunque no desea ir, está vestida con una hermosa falda tubo de cuero y una camisa de corpiño por dentro de ella, dejando ver sus redondos pechos con la abertura hasta el medio de ellos.
—¿No quieres ir, pero te vistes de putada?
—Yo…— se mira un momento—, es mi manera de vestir, no lo hago por su invitación.
—Claro, lo sé— se ríe y llega a su lado tomándola de sus hombros—, sé que estás nerviosa y en este momento el imbécil de Felipe, por arte de magia, te quiere en su vida de nuevo, pero es algo injusto, amiga. Sabes por qué lo hace y creo que Leo, no se merece tu desprecio solo por el miedo que le tiene a Felipe.
Samantha la ve frunciendo sus cejas y su cuerpo se eriza, por lo que acaba de decir.
—Primero, no le temo a Felipe. Jamás me haría daño, no puedo darle nada más a Leonardo que