Sentada sobre el borde de la piscina, miraba hacia mi hijo, el cual se sumergía solo, con aquellos manguitos que Nadima le había conseguido.
- Mira mamá – me llamaba, mientras movía a mover los pies como loco y salpicaba todo a su paso. Reí divertida mientras Habiba llegaba hasta nosotros.
- Al fin te encuentro – comenzó hacia mí – estuve en la casa de las aves – explicaba – pero no os encontré allí, y luego Nadima me dijo que habías venido a la piscina con Amir.
- Le encanta el agua – aseguré – es como un pequeño pececillo.
- Fatima y mi hermano están discutiendo en el saló