Un sonido al otro lado de la puerta me indicó que había alguien al otro lado de ella. Abrí los ojos, observando que era de día, cogí mi ropa del suelo y me cubría con ella, para luego caminar hacia la puerta, abriéndola, encontrando tras de ella a Fatima, su primera mujer.
Tenía que acostumbrarme a aquella situación, a compartir al hombre al que amaba con su primera esposa.
Sonreí hacia ella, intentando parecer calmada, mientras ella miraba hacia mí, sin comprender lo que hacía aún allí.