Fidencio, en ese preciso momento, finalmente mostró una expresión de evidente alarma.
Cinco buques de guerra no eran algo que la fuerza humana pudiera resistir; incluso si fueras el cultivador más poderoso, no podrías enfrentarlos.
La realidad es inmutable: la fragilidad del cuerpo humano basado en estructuras de cadenas de carbóno, no puede resistir el frio metal proveniente de los cañones.
Al ver el rostro pálido de Fidencio y su cuerpo tambaleante, Simón dijo con firmeza: —¿Acaso se atreverían a disparar contra la ciudad de Nubéria?
—No llegarían a tanto, pero la presencia de cinco buques de guerra es suficiente para disuadir a cualquiera de intentar prestar ayuda. Además, si la situación se torna desfavorable para ellos, sin duda alguna bombardearán el estadio, — respondió Amador con gran preocupación.
Simón frunció el ceño y dijo: —Entonces, antes de que puedan reaccionar, eliminemos a quienes atacan el estadio y luego nos ocuparemos de los buques de guerra. Aún tenemos tiempo s