Capítulo 97.

Narrador omnisciente:

La madrugada se extendía fría sobre la ciudad cuando Arturo fue trasladado a la comisaría central. Dos patrullas blindadas escoltaban la furgoneta policial, mientras un helicóptero iluminaba la caravana desde arriba. Las medidas de seguridad eran extremas: el hombre había protagonizado un tiroteo contra las fuerzas especiales y no pensaban correr riesgos.

Dentro del vehículo, Arturo iba esposado de pies y manos, con la ropa manchada de sangre seca y un vendaje improvisado en el brazo. Aun así, mantenía la cabeza erguida y una sonrisa ladeada que desconcertaba a los agentes. No parecía un hombre derrotado, sino alguien que sabía más de lo que dejaba entrever.

—Disfruten del espectáculo —murmuró, provocando la incomodidad de los policías.

En la comisaría, la tensión era máxima. Lo recibieron con chalecos antibalas, armas preparadas y un pasillo de oficiales listos para reaccionar a cualquier movimiento. Arturo fue encerrado en una celda reforzada