Días después de haberse deshecho de Catherine, David citó a Mónica a una cafetería cercana de la empresa Rowling. Él estaba jodido.
Ella aceptó, porque parte de su plan era hundir a David como fuera, y verlo sufrir. Rafael estaba al tanto, aunque no le gustó la idea de que se vieran solos.
Mónica entró, la campanilla sonó y buscó a su ex, quién se encontraba sentado en una mesa alejada del mostrador. Caminó con firmeza para demostrarle lo mucho que había cambiado.
Se volvió una mujer fuerte e independiente. Trabajaba para conseguir lo que quería, y había encontrado el amor verdadero.
—Ya estoy aquí —habló, con seriedad.
David alzó el mentón, tragó saliva porque lo menos que deseaba era suplicarle a su ex mujer. Sus dientes chocaron, frustrado.
—Iré directo al grano, Mónica. Tú y yo ya no nos llevamos bien —comentó, rodando los ojos—. Quiero pelear por la custodia de mi hija, la necesito.
Mónica se sentó con tranquilidad, no iba a desesperarse porque no sería profesional de su p