La chica se retorció con desesperación tratando de zafarse de su agresor, pero esto solo hacía que el muy desgraciado de Rowdy se emocionara más regodeándose en sus cinco minutos de triunfo sobre su víctima.
— ¡Quieta! — Siseó en su oído con voz chillona y lasciva — No voy a hacerte nada que no te guste, ¡Lo prometo! — Mientras la sujetaba con firmeza con una mano en el cuello, y ella sentía como la estrangulaba apretando de a poco su agarre.
— ¡Te lo ruego, suéltame! Haré lo que quieras, pero no me lastimes… — Apenas pudo articular lo suficiente como para que él la entendiera.
— ¿Qué dices? Es que no puedo oírte con ese llanto estúpido tuyo, ¿Acaso te doy tanto asco? — Bufó contra su oreja, aplastándola con su cuerpo contra la pared — Mi hermanito no te