Nadia es una mujer que sobrevivió un accidente de coche, sufrió un aborto y también ha perdido su memoria. Se encuentra en un nuevo lugar sin saber quién es, y la única persona en la que confía es su prometido Ernest. Pero justo cuando cree que ha encontrado el verdadero amor y está a punto de tener una familia e hijos propios, descubre su verdadera identidad como Dalila Ferrero y aparece su verdadero esposo. Lucas Dantes, multimillonario CEO de New York. No solo descubre que es el peor enemigo de su familia, sino que hay un contrato que los une. —Soy Lucas Dantes... tu esposo— dice y un escalofrío me recorre el cuerpo— ¿Dónde estuviste todo este tiempo?— me pregunta y en su voz hay molestia. —Yo… no sé quién eres… estuve cerca de la playa… era Nadia y…— digo con miedo, pero él me interrumpe. —Tú, eres mi esposa, Dalila —
Ler maisDalila
Había tenido un accidente horrible, eso lo recuerdo perfectamente.
Había sido estrepitoso, el auto estaba destrozado y volteado, había visto luces fuertes y estaba lloviendo.
Escuchaba voces de personas que comentaban que yo había sobrevivido, casi por un milagro.
Me habían sacado por una ventana, prácticamente arrastrada.
Todo el cuerpo me dolía, pero especialmente mi cabeza, y no podía hablar bien.
En un momento estaba acostada en una camilla y sentía como me llevaban por un pasillo, yo observando las luces en el techo de lo que parece ser un hospital.
—Doctor… parece estar embarazada—
—Ha perdido mucha sangre, no sé si va a poder sobrevivir el bebé—
Yo los escuchaba lejos, muy lejos, y solo veía borrones.
—No tiene identificación, ni número de contacto—
Yo no entendía nada de lo que ocurría, ni que pasó antes de ese accidente. Tampoco recordaba nada más.
Luego de que me operaron estuve en coma varios días y cuando me desperté, era simplemente una mujer con pérdida de memoria.
Y la primera persona que había visto era él, Ernest.
Un hombre joven, atractivo, rubio, de ojos verdes, con dinero y muy atento.
Era un hombre de muy buena posición que solía contribuir en este hospital donde yo había terminado, en un pueblo a las afueras de la gran ciudad de Nueva York.
Siempre estaba preocupado por mí, especialmente por mi salud, luego del coma tuve que ir poco a poco mejorando mi condición y él había pagado todos los tratamientos.
Para mí él era lo más parecido a un ángel caído del cielo que había escuchado mis plegarias silenciosas.
Por meses, nadie apareció buscándome, no coincidía con el listado de las personas desaparecidas... parecía ser un don nadie.
El médico me había dicho que había tenido un aborto… había perdido a un niño, el cual no recuerdo, y con todo y eso… la idea me dolía.
No tenía nada. En cambio, Ernest… me dio todo, absolutamente todo lo que necesitaba: una casa y una familia.
Yo era ahora Nadia Díaz, sin pasado, pero con ganas de construir mi futuro.
Había pasado un año del accidente, cuando él me confesó que estaba enamorado de mí.
Una noche simplemente llenó la casa de margaritas y vino con el anillo más espectacular que había visto en mi vida.
—¿Quieres ser mi esposa? Mi amor—
Podía ver la emoción que había en sus ojos verdes.
—¡¡¡Sí!!!—
Sentía que me podía desmayar de la felicidad.
No quise saber nada de mi pasado, ni quién era, ni que hice.
Solo quería ser su esposa, la señora de Ernest Smith.
Seríamos nuestra propia familia, en el futuro tendríamos... ese hijo o hija que perdí.
Pero todo se vino abajo rápidamente.
—¡Cariño, no puedo creer que estemos en Nueva York! ¡Es la primera vez que me llevas de viaje y estoy tan feliz!
—Te prometí que te llevaría a celebrar nuestro compromiso y he hecho reservas en restaurantes, ¿estás lista?
—Sí, vámonos— contesté feliz.
De repente sonó su celular y me hizo un gesto para que esperara.
Jugueteé con mi vestido frente al espejo, deseando que terminara su llamada.
Unos minutos después
—Lo siento cariño, tengo una reunión urgente, espérame aquí, no vayas a ninguna parte, ¿ok? volveré pronto.
Él parecía nervioso, nunca lo había visto así.
—De acuerdo, estaré aquí esperándote—
Salió de forma apresurada.
Miraba por la ventana con una sensación de familiaridad y extrañeza.
Aunque él me había dicho que no saliera de la habitación, yo quería hacer que nuestra estancia en el hotel fuera lo más agradable posible, y se me ocurrió salir a comprar margaritas.
Quizás... esta sería la primera noche que estuviéramos juntos, compartiendo la cama.
Nuestros besos habían sido maravillosos, así que estaba tan emocionada, como nerviosa.
Nueva York me parecía como un monstruo gigante lleno de ruido, y al inicio caminaba muy nerviosa, haciendo preguntas y con mucho miedo llegué hasta cerca de una floristería.
Pero cuando salí e iba a tomar otra calle... mi cabeza empezó a dar vueltas, de repente la el lugar me pareció muy conocido.
Yo no había reconocido nada desde mi accidente… y sentí que me desmayaba.
En mi cabeza escuchaba gritos, un sonido horrible de un auto resbalándose en la lluvia.
Mi corazón latía fuerte y respiraba agitada.
Había ya tenido un ataque de asma cuando me desperté luego del coma, e intuía que iba a empezar uno ahora mismo y que dentro de poco… no iba a poder respirar.
Caí de rodillas, las margaritas en el suelo y mis manos en el asfalto.
Ya estaba en el hospital cuando escuché la voz de Ernest.
—¡Nadia! ¡Estaba tan desesperado!— me dijo, mientras corría a mi lado.
—¡Ernest! Quería avisarte… me sentía mal, pero no sabía como, la doctora me pidió tu número…—le expliqué. Él había insistido en mantenerme alejada de todo para que no me preocupara.
—Nadia… tenemos que salir de aquí… ahora mismo ¡Te dije que nunca fueras a un hospital! —decía él y casi que me sacaba de la camilla. Estaba tan nervioso e intranquilo.
—Ernest… pero yo… prácticamente no podía respirar…— dije yo casi al borde de las lágrimas.
—¡No sabes lo que has hecho!— decía angustiado.
Luego daba vueltas por la habitación, caminando de un lado a otro, tapándose la cara.
Él siempre insistía en que yo no contactara a nadie, y que sobre todo... jamás, jamás fuera a un hospital, o a la policía.
—¿Ernest... qué sucede...? ¿Por qué estás así?— le preguntaba.
Cuando en ese momento entró la Doctora y me dio una noticia que jamás había imaginado.
—Señorita Díaz… debido a que ingresó al hospital sin documentación estuvimos procesando sus datos, así como sus huellas digitales… y tenemos coincidencias con un caso de desaparición. Sus datos no me figuran como Nadia Díaz… sino como Dalila Ferrero— me dice y yo me quedo en shock.
No podía ser, tenía que haber alguna equivocación.
Ernest había revisado todas las búsquedas y no había información mía en ninguna parte.
Pero la realidad es que... yo no recordaba nada de lo que había sucedido antes de despertar del coma.
¿Quién era Dalila Ferrero?
—Esto… tiene que ser un error… yo— empiezo a decir viendo a Ernest que tiene la mirada perdida. Algo me dice que esto, no es del todo sorpresa para él.
—Doctora, le suplico que nos dé un tiempo… Nadia y yo tenemos que conversar…— dice él angustiado.
—He dado el aviso de que ella ha sido encontrada y es cuestión de tiempo de que aparezca la policía… y el esposo de la señora Ferrero… digo Dantes— dice ella y yo siento que se me va todo el aire de los pulmones.
—¿Mi... mi esposo?— ¿Estoy casada?—
Lucas 5 años después —Señor Dantes es tan bueno verlo de nuevo — —Espero que esté por aquí más a menudo y podamos hablar con usted un momento…— decía otro hombre. —Nos ha gustado mucho todo lo que ha preparado y esperamos con ansias conocer más de ese proyecto— decía una mujer. Por todas partes me buscaban personas cuando yo salía de una conferencia que daba en un encuentro de empresas. Me había dado cuenta de que si quería evitar que otros pasaran lo que yo sufrí, tenía que hacer algo, así que había dedicado estos años a mejorar la situación en muchas empresas. Era un trabajo arduo pero muy satisfactorio. Y cuando me acercaba a donde estaban hace un rato los espectadores, veía a mi fan favorita. —¡Papá papá! —decía una pequeña niña y corría a abrazarme. Sofía era aún muy pequeña, pero le encantaba venir conmigo a donde yo fuera, le entusiasmaba especialmente verme si estaba hablando delante de muchas personas y yo podía ver su emoción y cómo sus manitos se juntaban para ap
Dalila Un año después —¿Cómo me veo? ¿Crees que necesite alguna cosa? —me preguntaba Celeste nerviosa frente al espejo. —Te ves hermosa Celeste... realmente hermosa. Benjamín se va a caer de rodillas o llorar cuando te vea, posiblemente ambas cosas— le decía yo y ambas nos reíamos. Había pasado ya más de un año desde que ella se había operado y de ese encuentro casual en la habitación del hospital. A su manera había sido un encuentro muy particular y a mí parecer, bastante romántico. Yo estuve ahí y vi el momento justo en que sus ojos se encontraron y brillaron. Algo dentro de mí en ese momento lo sabía, que estaba siendo testigo de un momento definitivo en sus vidas. —A veces no puedo creer que esto realmente haya sucedido. Yo te conocí y éramos amigas y después nos distanciamos y supe lo que te había pasado… y te había extrañado mucho Dalila. Luego te veía en ese evento y yo estaba en mi peor momento, no tenía dinero ni un buen trabajo y mi salud empeoraba y por momentos…pen
Dalila—¿Era tal como la recuerdas? ¿Cumple con tus expectativas Señora Dantes?— me decía él sonriendo, y me abrazaba. —Creo que mucho mejor de lo que la recuerdo... y eso que tenemos momentos y recuerdos muy buenos aquí— decía recordando. No solo venía de pequeña, sino que también de adulta, con él… había tenido momentos hermosos. —Y siempre podemos crear nuevos y mejores... ¿No te parece? —decía él con una voz sensual mientras se inclinaba a besarme. Habíamos vuelto a los Hamptons después de mucho tiempo. Aquí habíamos estado juntos mientras hacíamos la parodia de que éramos una pareja hace ya meses por invitación de Carter. Pero también habíamos vuelto hace poco, una vez más para relajarnos. En ese momento yo no sabía que estaba embarazada, y luego del nacimiento de Robbie... todo había cambiado y nuestra vida se había centrado en él y ahora empezamos a decidir que queríamos como familia. Pasábamos más tiempo juntos y menos en la oficina. Más momentos junto a nuestros amigos y
Lucas —¿Y bien? ¿Qué te parece tu casa? Te cuento que aquí vivió tu madre y tu abuelo hace mucho tiempo. Y aquí yo conocí también a tu madre… y jugábamos juntos en el jardín, ella ya me gustaba desde ese momento, por supuesto, y yo creía que ella también. Y jamás olvidé esa pequeña niña y volví por ella cuando fui grande. Estuvo conmigo en mi memoria siempre…yo sé que has visto que ella es una mujer muy hermosa... ya me di cuenta como no quieres alejarte de ella ni un segundo, y te entiendo perfectamente— le digo a mi pequeño hijo mientras él se ríe. Era un niño tranquilo, muy apegado a sus padres y que crecía rápidamente. Todos insistían en que era realmente precioso, a mí se me parecía a ella… aunque él tenía mis ojos. Y los ojos que eran de mi padre. Rob Angelo Dantes… mi hijo. Desde que Robbie había llegado a la casa, nuestra vida había cambiado totalmente. Yo me había negado a ser el tipo de padres que nada más juega la pelota con el niño y le cuenta algunas cosas Yo quería
Lucas —Por Dios si eres hermosa... —le decía viéndola sin poder evitarlo. Ella me miraba sonrojada mientras la veía salir con una gran toalla alrededor de su cuerpo, aunque de casualidad la cubría. Lo que la hacía aún más tentadora. —Es decir... siempre has sido muy hermosa para mí, pero... ahora estás tan voluptuosa y esas curvas me tienen loco Lila... —le decía acercándome, tomándola de la mano y ayudándola a secarse mientras sale de la ducha. —Siento que voy a explotar en cualquier momento... me alegro de que disfrutes, viéndome así tan... tan…— decía ella señalando sus curvas y yo juro que estaba a punto de babearme mientras la secaba y ayudaba a vestirse. Mi amor había tenido unos meses en donde se había sentido increíblemente cansada y también nerviosa. El embarazo le había pegado con antojos, dolores de espalda, mucho sueño y excesiva preocupación. Había sido difícil para mí verla tan ansiosa, pero yo tenía que ser un buen padre desde el inicio, así que mi único objetivo h
Dalila —Me alegra tanto que todo haya salido bien amiga. Sé que ha sido una operación complicada, pero ahora no tendrás que estar dependiendo de tus medicamentos ni sufriendo más, tu corazón está ahora sano y salvo— decía yo viendo a mi amiga en el hospital. Me alegraba tanto de estar para ella en este momento. Celeste era una mujer que había sufrido y pasado por muchas cosas y con todo y eso siempre había encontrado el momento para ayudarme. Gracias al trabajo que había encontrado tenía un buen seguro y con una cirugía novedosa habían podido solucionar el problema en su corazón y ahora ella solo necesitaba recuperarse un poco. Lucas y yo nos habíamos encargado de que tuviera la mejor habitación y las mayores comodidades. Todo estaba lleno de flores y mensajes de buenos deseos, no le habíamos dicho todavía… pero nos íbamos a encargar de que ella estuviera muy bien y de que pudiera hacer lo que sea. Yo había insistido en que ella trabajara conmigo, pero como mi socia. Y cuando
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