Treinta y Dos

Solo somos fichas en un juego absurdo.

Amelia

Desde que volvimos, dormimos en habitaciones separadas. Es difícil resistir la tentación de entregarme a sus brazos, pero es lo mejor para los dos. Además del sexo, no hay nada que nos  una, nada que nos haga compatibles. Suspiro sentada frente a la ventana que me ofrece una espectacular vista de la ciudad, Londres con sus luces no consigue hacerme sentir mejor.

—Lo mejor es que me vaya a la cama, mañana tengo un día muy lago —susurro al aire como una declaración. Será mi primer día como directora general de la empresa y aunque conozco perfectamente el funcionamiento, todavía hay mucho que tengo que aprender.

Voy a la cama sin sueño, sin ganas de dormir. Sin deseos de estar aquí. Pero debemos continuar con la mentira, seguir fingiendo que somos la pareja del año, como

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