Te dejaré sin aliento. Es lo único que deseo.
Sebastián
No permito que la furia me domine a pesar de que lo único que quiero en este momento es partirle la cara al imbécil del doctor y borrarle a golpes la sonrisa de suficiencia. Me acerco a mi prometida por la espalda, coloco mis manos con total libertad sobre sus hombros para luego, con la calculada delicadeza de un depredador, apartarla de su “amigo”. Amelia aprieta los labios cuando rodeo su cintura de manera posesiva y clavo la mirada sobre el idiota que pretende simular que yo soy invisible.
Una sonrisa burlona se forma en sus labios.
—Espero que le haya quedado claro, que la única persona que Amelia necesitara de ahora en adelante, seré yo —formulo con un matiz de desprecio en cada palabra.
—No del todo —replica con cinismo—, porque es claro que ella no considera su presencia en lo absoluto. Y me atrevo a asegurar que nunca en su sano juicio buscara en usted consuelo, apoyo o… cualquier cosa que no sea el frío mármol de su tra