Perdí el control, soy adicto de ti.
Sebastián
Me es difícil contenerme al tenerla así: expuesta y entregada. Necesitada de mí. Su sola imagen de diosa es suficiente para ponérmela dura. Su piel brilla bajo el terciopelo, no me equivoqué al decidir que ese color la haría ver mucho más sexy de lo que ya es. Muero por metérsela, pero tengo que resistir mi propio deseo y dedicarme a su placer, a que ella quede satisfecha antes de satisfacer a mis propios demonios.
—Sebastián, por favor —súplica con la voz quebrada, mientras mis dedos rodean su pequeño coño sin tocarlo.
Mueve las caderas buscando el contacto. Tomo uno de los juguetes que traje para usarlos con ella, es un pequeño vibrador en forma de bala. Arrastro su ropa interior a lo largo de sus piernas. Enciendo el artefacto y se lo coloco sobre el clítoris antes de cerrar sus piernas y subirme a horcajadas sobre ella, sin dejar caer todo mi peso, solo para asegurarme de que no abra las piernas cuando la intensidad la vuelva loca.
Arq